La entrega del premio Rodolfo Walsh, en la categoría “Presidente latinoamericano por la comunicación popular”, al ecuatoriano Rafael Correa, se convirtió en un acto de masas en la Universidad de La Plata, en Argentina.
El propio gobernante indicó, ante la multitud que aguantó un inclemente sol, que esperaba disertar en un auditorio, y pese a eso ofreció un discurso “académico y no de barricada”.
En su alocución reiteró las críticas que realiza a los medios de comunicación privados. Citando hechos y obras, el Jefe de Estado trató de probar su tesis: la inconsistencia de que empresas de información manejen un derecho público.
“Pocas veces he visto tantas contradicciones en defensa de intereses, pero con envolturas tan bellas como la libertad”, expresó el mandatario.
Primero dio un repaso a la situación ecuatoriana. Contó que los grandes periódicos del país pertenecen a media docena de familias.
Narró cómo El Universo pertenecía hasta hace poco a una empresa fantasma de las Islas Caimán; también señaló que el propietario de Expreso (Galo Martínez Merchán) fue ministro de Velasco Ibarra; mientras que Francisco Vivanco, de La Hora y Vanguardia, fue funcionario del gobierno de León Febres Cordero.
Agregó que Jaime Mantilla, de Hoy, es presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y que los dueños de El Comercio amenazaron a sus empleados por apoyar al régimen.
Puso como ejemplo a Fundamedios, una entidad financiada por los propios medios, y a Usaid, que tuvo fácil acceso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para denunciar supuestos ataques a la libertad de expresión en el país.
“No hay ningún periodista preso” en el país, reiteró el Mandatario. Aunque aclaró que no hay nadie por encima de la ley.
Para Correa un “golpe a la estructura de poder en Ecuador” fue la prohibición constitucional para que los banqueros puedan tener medios. Eso porque, añadió, el gran capital maneja la información.
El Jefe de Estado destacó la importancia de que los medios no incursionen en política, pero en el momento que se declaran el “cuarto poder” ya lo hacen.
A partir de allí propuso lo que “debería ser un gran debate planetario”. Correa quiere retirar la lógica del mercado en el manejo de la información. Por eso plantea que el “Cuarto Poder” sea una función del Estado, regulada, pero no estatizada.
Eso porque en “América Latina los medios siempre han estado en contra de los gobiernos progresistas”.
El presidente ecuatoriano considera que la solución es democratizar los medios y eso implica crear otros que no persigan fines de lucro, es decir públicos y comunitarios.