El 25 de diciembre del año 2003 es una fecha que viene a la memoria de Lilian Espinosa, habitante del cerro Santa Ana. Revivió ese momento, el pasado sábado, tras un nuevo incendio registrado en el mismo sector y que ahora dejó cinco familias damnificadas.
Hace nueve años, Espinosa perdió a dos familiares luego de que las llamas consumieran su vivienda y la de otras cuatro familias. Su sobrino Manuel Franco Pizarro (34) y su hijo, William Franco Sánchez (13), fueron las únicas víctimas del incendio. El primero (quien laboraba en una empresa de limpieza contratada por el Cabildo) se quedó dormido y el joven trató, infructuosamente, de rescatarlo.
Espinosa, en aquella ocasión, calificó como pobre la acción de los bomberos. “Tras de que se demoraron en llegar, no existían hidrantes… esos que usted ve ahí (señala) fueron colocados después de lo que pasó en ese tiempo”.
Las dos primeras etapas regeneradas del cerro Santa Ana, obra de la administración del alcalde Jaime Nebot, fueron entregadas en 2001; mientras que la zona correspondiente al faro (tercera etapa) fue inaugurada en 2002. Pero recién en 2004, con una inversión de 7 mil dólares, se colocaron cinco gabinetes contra incendios (en cuyo interior hay mangueras y extintores) y 14 hidrantes.
Pese a ello, en 2010, el fuego consumió nuevamente cinco viviendas y ocho familias quedaron en la calle. Al lugar acudieron 45 carros motobombas y 200 bomberos, puesto que “los hidrantes no funcionaron”, recordaron varios moradores del sector.
La última escena, el pasado sábado, se repitió para Gerónimo Poveda, cuya familia fue afectada hace cuatro días. “Escuché al señor (Martín) Cucalón -jefe del Cuerpo de Bomberos- decir que el incendio fue controlado gracias a los hidrantes, pero eso es mentira porque cuando ellos llegaron la casa estaba completamente incendiada”.
Según la familia afectada, ninguno de los hidrantes sirvió, porque primero había que pedir permiso a la Empresa Cantonal de Agua Potable (Ecapag) para usar estos dispositivos. De acuerdo con sus versiones, acudieron hasta los reservorios que la entidad tiene en el cerro del Carmen para obtener el permiso, “pero nunca funcionaron los hidrantes”.
En una visita realizada por este diario se constató que en la zona regenerada del cerro Santa Ana los hidrantes se encuentran entre los escalones 35 y 355, pero cuatro de los cinco gabinetes que se guardan las mangueras y el extintor estaban vacíos.
Betty Ortega, quien habita a pocos metros de las casas quemadas en 2003, observó que en marzo de este año dichos elementos fueron retirados por miembros de la guardianía privada que brindaba seguridad en la zona.
En aquella ocasión, la Empresa de Seguridad Omega (Emseom) dejó de dar seguridad en el área, porque no reanudó el contrato con la Fundación Guayaquil Siglo XXI. Esta última no pudo contratar un nuevo servicio, en forma inmediata, pues los oferentes no cumplían los requisitos exigidos. “Ellos (Emseom) se llevaron las mangueras y los extintores, pero nunca fueron repuestos cuando llegaron los nuevos guardias”.
Asimismo, en tres de los cinco hidrantes se observa que están dañados los grifos respectivos y sus cajetines metálicos, que los protegen. En el sector El Faro tampoco hay estos elementos de prevención contra incendios.
Situación repetitiva
En el cerro del Carmen, donde según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) viven 4.953 personas, los únicos hidrantes que existen están en la parte alta del lugar. El Municipio de Guayaquil incluyó esta zona dentro de su plan de regeneración urbana, al mismo tiempo que lo hizo con el cerro Santa Ana. Sin embargo, la obra, según los habitantes del Carmen, no se percibe.
Carlos Mendoza, cuya casa queda del lado en que el sector se conecta mediante una estrecha calle con el hospital Neumológico, manifestó que las motobombas del Cuerpo de Bomberos tienen dificultades para ingresar a la zona, como ocurrió en el incendio de agosto de 2003.
En aquella ocasión cuatro casas, en el callejón Rumiñahui, fueron destruidas por un incendio, según versiones de la ciudadanía, causado por un descuido al manipular una cocina. Las motobombas, aunque lograron controlar el incendio, tuvieron dificultades para ingresar . “No hay hidrantes… Si es que se da otro incendio entre estos callejones, dependeríamos del apoyo de los vecinos”.
Carmen Caguana, que vive desde hace más de dos décadas en el sector, indicó que la única capacitación contra incendios que conocen es la que obtienen a través de los reportajes televisivos. “Creo que al menos deberían colocar los hidrantes, pero que estos funcionen”, recomendó Caguana, en referencia a lo sucedido con sus vecinos del Santa Ana.
Este diario intentó obtener una versión de los últimos hechos ocurridos por parte del Benemérito Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, pero en el Departamento de Relaciones Públicas se informó que, por el momento, no habrá pronunciamiento al respecto.