Julián, conductor de taxi asociado a una de las cooperativas legales que opera en Quito, comentó con pesar que fue víctima de la delincuencia en dos ocasiones en menos de dos meses, mientras daba el servicio de transportación.
Los hechos sucedieron así: el pasado domingo, recibió una llamada de la central de taxis que le informó de una carrera que debía cubrir en un sector residencial al norte de la capital. Como es el protocolo, se le dio la dirección, el nombre y apellido del pasajero, así como la numeración de su casa.
Al llegar al lugar, un par de individuos le esperaban fuera del lugar y se presentaron como los clientes que solicitaron el taxi. Les dieron los nombres y los datos entregados al conductor por la central, y sin dudas les dejó abordar la unidad.
Sin embargo, luego de dirigirse al sector del Comité del Pueblo, al norte de Quito, los individuos le robaron alrededor de $ 100, producto de las carreras, el equipo de comunicación, el teléfono celular y la radio del automóvil.
Julián cree que hay bandas delincuenciales que atracan tanto a los taxistas como a los clientes y que están en complicidad con sus propios colegas del volante, o que están utilizando tecnología de punta para cometer los atracos.
¿Cómo podían saber todos los datos del cliente si no es con la ayuda de un taxista? se cuestiona el conductor, quien también baraja la posibilidad de que los asaltantes utilicen equipos que intervengan las señales, y así hacerse de la información para cometer los ilícitos.
Un mes antes, él mismo fue víctima de otro atraco, pero en esta ocasión intervino una mujer embarazada. Según relató, aproximadamente a las 19:00 de un jueves fue abordado por una joven mujer en estado de gestación, acompañada de dos hombres. Ella se sentó adelante, mientras sus acompañantes en los asientos de atrás.