Los equipos negociadores del gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC llegan a Oslo para reunirse dos días a puerta cerrada con el fin de lanzar oficialmente este miércoles el cuarto proceso de paz en 30 años, aunque a miles de kilómetros las balas sigan silbando.
Se preveía que las delegaciones llegaran a la capital noruega y que se reunieran a partir de hoy en un lugar mantenido en secreto para sentar bases que eviten los errores de los procesos anteriores, con la esperanza de poner fin a cinco décadas de un conflicto que dejó centenares de miles de muertos y desplazados.
Esta etapa estuvo precedida por meses de contactos secretos en Cuba, donde proseguirán las discusiones. Noruega y Cuba son los garantes de las negociaciones, y Chile y Venezuela, los países acompañantes.
La rebelión marxista, nacida en 1964 de una insurrección campesina, llega debilitada, con unos 9.000 guerrilleros, menos de la mitad de los que tenía allá por la década del noventa, en sus tiempos gloriosos, cuando rondaba los 20.000.
Debilitada, sí, pero motivada. Su máximo líder, Rodrigo Londoño, Timochenko, dijo en un video divulgado en septiembre que las FARC acuden “a la mesa de negociaciones sin rencores ni arrogancias”.