El extraño clima costero ahora luce parco, la brisa es fría, los nubarrones esconden por completo al sol. Las pangas de a poco llegan a la orilla de la playa de Chanduy. La pesca es mínima: 2 o 3 gavetas por embarcación. En el sitio, decenas de personas se agolpan a las ligeras lanchas de motor e igual número de aves aprovechan el descuido y roban el pescado, “usha, usha tápala rápido y corre a la orilla”, exclama el patrón al cargador de gavetas.
Todos quieren comprar el pelágico, escaso para los pescadores artesanales. Los pangueros ya lo tienen vendido a los intermediarios, quienes en camiones, furgones y camionetas aguardan y pagan en el mismo sitio el precio que piden, sin reclamar.
En cambio, medio centenar de personas esperan a que bajen los manojos o saquillos llenos de peces de cualquier especie que capturan aparte los marineros de la panga. “¿Cuánto por la saca?. -Treinta, pana. Déjelo en veinte”. El regateo empieza en el puerto de Chanduy, provincia de Santa Elena. Los pescadores artesanales dependen de los grandes barcos para abastecerse y vender. “Esta es la realidad de nosotros. Salimos de madrugada a pescar en las pangas (lanchas de fibra de uno o dos motores) y venimos vacíos a pesar de que hay una veda”, señala Luis Villón Lindao, pescador artesanal, quien culpa a los barcos de arrastre de ser los causantes de la escasez que sufren.
Reclama por la presencia de los barcos con las artes de pesca de arrastre en la zona; pero, también a las autoridades que no los controlan. “Ellos deben lanzar sus redes fuera de las 8 millas, pero siempre los encontramos dentro de nuestra área. El otro día estábamos pescando y pasaron junto a nosotros y rompieron nuestra redes, los seguimos y nada. ¿Qué podemos hacer…? Ellos están armados, nadie los controla”, reitera el pescador, quien de sus 45 años, lleva 30 en el mar.
El arte de pesca de langostino por barrido fue regulado en el 2007 y hubo disposiciones explícitas para que realicen sus faenas fuera de las 8 millas, pues esta área es exclusiva para los artesanales.
Informe
Para el ordenamiento de la flota camaronera de arrastre, el Ministerio del Ambiente presentó un informe donde la considera como una práctica no amigable para el ecosistema marino, porque no es selectiva y causa impactos en los fondos oceánicos. “Es uno de los métodos más invasivos de artes de pesca, por esta razón se ha cuestionado su uso y se ha exigido mayor regulación”.
El documento explica que la pesca de arrastre consiste fundamentalmente en el empleo de una red que sacude el fondo del mar capturando el camarón que sale del fondo, la red se mantiene abierta y atrapa en su interior todo lo que encuentra durante el recorrido. “Por esa razón este arte de pesca es una de las formas más destructivas de capturar peces y es responsable de casi la mitad de todos los peces y organismos marinos descartados a nivel mundial”.
El informe revela que la flota arrastrera ecuatoriana industrial está compuesta de 156 barcos, de los cuales 120 (77%) se dedican a la captura de langostino y 36 (23%) a camarón pomada. En cuanto a la perspectiva mundial, la FAO ha advertido que de continuar esta actividad, en la mayoría de los océanos para el año 2048 se agotarían las especies marinas, además de acelerar el cambio climático al destruir los fondos, lugar donde crece gran cantidad de algas, plantas y otros organismos.
El Viceministerio de Acuacultura y Pesca, atento al ordenamiento de la actividad y acogiéndose al informe del Ministerio del Ambiente, decidió terminar con la operación de la pesca de arrastre de camarón marino. Inicialmente se lo haría desde hoy, pero el retraso en la elaboración del plan de contingencia para los armadores (dueños de los barcos) y tripulantes provocó que la fecha máxima sea cambiada para el 15 de diciembre próximo.
Guillermo Morán Velásquez, vice ministro de Acualcultura y Pesca, señaló que los estudios para decidir si la pesca de arrastre debe salir del país fueron fundamentados en el informe del Ministerio del Ambiente, institución que presentó al Consejo de Desarrollo Pesquero el sustento de los efectos ambientales. Por eso, inclusive, en Canadá, México y España lo han eliminado o lo han reducido al mínimo.
Desde el punto de vista social -dijo- los informes del Instituto de Pesca señalan que la pesca acompañante del arrastre es en un 90% blanca y que buena parte de ella es de las faenas de los artesanales. Ellos dentro de las 8 millas tienen capacidades de pesca mínimas en relación con un barco de arrastre. “Como Gobierno hemos estado trabajando para que las áreas sean reservadas y las 8 millas se conserven exclusivamente para el arte de pesca artesanal, que debe de ser manual, tal como dice la Ley de Pesca; de tal manera que se garantice a esos 20 o 25 mil pescadores artesanales costeros que tengan una productividad razonable e ingresos sostenibles y no tengan una competencia desleal en la misma zona de pesca, como ha ocurrido en los últimos 20 años”, indicó.
Plan de contingencia
El plan de contingencia contempla dos líneas: una que es ir a buscar otro arte de pesca y la compensación por el cupo y salida del barco. El Viceministro dijo que lo que están eliminando no es la flota, sino el arte de pesca de arrastre. Por ello, el mismo barco puede ser utilizado para otra pesquería, con otras artes que no sean el arrastre.
El plan de contingencia ofrece la posibilidad de cambiarse a la pesca de anguila, pesca polivalente, pesca blanca con merluza, atún barrilete y la pesca de bacalao de profundidad.
La otra opción que ofrece el plan es la de modificar la embarcación para hacer pesquería de pelágico de altura, de pelágico pequeño o de calamar gigante. “Son tres actividades donde, ahí, sí hay que cambiar el barco, porque requieren otras características”, precisó Morán.
En el caso de quienes quieren acogerse a la modificación de la nave, indicó que el plan de contingencia señala que el barco se da de baja y puede servir inicialmente de garantía con el crédito de Corporación Financiera Nacional.
Créditos a tripulantes
Además, hay créditos que proporcionará el Banco Nacional de Fomento. En ese sentido se está abriendo una línea para los tripulantes de las embarcaciones rastreras que ya no quieran seguir siendo tripulantes, sino que quieran dedicarse a la pesca artesanal para capturar el mismo langostino que antes lo hacían bajo arrastre, pero que ahora será solo con mallas.
Se estima que son alrededor de unas 75 personas, quienes pueden tomar la decisión de ser armadores artesanales y cada embarcación puede llevar dos tripulantes, es decir el tripulante puede acceder al crédito y llevar dos compañeros. A ellos se les podrá otorgar financiamiento hasta por 20 mil dólares en lo que es fibra, y en los barcos mayores, en lo que es transformación, se calculan entre 100 y 300 mil dólares. Y para barcos grandes un promedio de $ 600.000.
En este punto la duda y resistencia de los tripulantes es creciente. Johnnie Mero Valencia, oficial de un barco artesanal, dijo que para él es imposible cambiarse de arte de pesca. “Tengo 34 años en esto y no sé a qué dedicarme. Simplemente no sé cómo pescan los artesanales”.
Este criterio es compartido por Juan Carlos Gutiérrez, capitán del barco pesquero de arrastre Mar y tierra, quien afirma que no conoce otra actividad que no sea la de pesca de arrastre. “Mi familia está compuesta de 7 niños y no sabré como alimentarlos. Trabajaré hasta el 15 de diciembre y será la peor navidad que pasaremos”. Mellizo Gutiérrez, capitán del barco de arrastre Neptuno, mencionó que la duda es grande entre tripulantes y sus familias. “Tendremos que analizar bien el plan de contingencia que nos ofrecen antes de tomar una decisión”.
Pomaderos en observación
En el caso del grupo de los llamados arrastreros pomaderos, se hizo un análisis técnico y efectivamente hubo más de 1.000 mujeres que trabajan en Posorja y dependen directamente de lo que sale de la pomada. Para ellas no hay alternativas rápidas desde el punto de vista social. Desde el punto de vista técnico, en ese arte de pesca -el arrastre de pomada-, la pesca incidental es solo de 10% realmente, dijo el Viciministerio.
Lo que sí queda por constatar es si existe una competencia con la pesca artesanal. Ahí hay que hacer un trabajo técnico-social. Y por eso se ha ampliado el tiempo de operaciones para ellos. “Aquí habrá una investigación y un reordenamiento, hay que hacer comprobaciones de campo y ver qué alternativas tenemos. Por ejemplo, habrá veda, planificación, observadores del Instituto Nacional de Pesca para tener información técnica y cualquier otra característica técnica que demuestre que no genera un gran impacto ambiental”, sostuvo Morán.
Bono de compensación
Otro tema es el plan de compensación para aquel que no quiere seguir la actividad pesquera y no quiere crédito. Allí el Gobierno hará un avalúo para reconocer una compensación por el cupo de pesca. El Gobierno no hará ninguna compra y para el efecto el armador tiene que deshuesar el barco o utilizarlo en otra actividad que no sea la pesca, ya sea comercial, de transporte.
Una vez que el armador ha demostrado que lo ha deshuesado o lo ha pasado a otra actividad, se le entrega la compensación en base a un peritaje profesional en presencia del armador, que pude ser de hasta 70 mil dólares, dependiendo de la capacidad.