Desde hace 21 años Zoila Espinoza vive en las orillas del estero Salado a la altura de la 28ava y la calle S, en el suburbio de Guayaquil, y desde hace unas semanas no sabe hasta cuándo tendrá un techo que cobije a su familia.
Es que su morada está sobre el estero Salado y la de su cuñada que estaba junto a la suya se cayó hace un par de semanas. “Cada día rezo para que a mi familia no le pase nada, en ocasiones me parece que durante la noche todo se irá abajo, pero no tengo a donde irme”, detalló.
Ella, al igual que decenas de personas que están en su situación, espera con esperanza que se cumpla con la reubicación de familias que viven en riesgo a orilla del estero.
En reiteradas ocasiones el presidente de la República, Rafael Correa, ha reiterado que uno de los objetivos de su gobierno es recobrar el recurso hídrico que antes era bien utilizado por los moradores de la urbe porteña y que se fue perdiendo por un crecimiento desordenado.
“La gente está acostumbrada a sufrir sin servicios básicos elementales como alcantarillado y agua potable por años, ahora lo que les estamos ofreciendo es un espacio con todas las comodidades para que vivan dignamente”, ha dicho continuamente el Mandatario.
Esta iniciativa es parte del programa Guayaquil Ecológico, que tiene varios componentes, entre ellos la recuperación del estero, que está a cargo del Ministerio del Ambiente porque se lo declaró como zona protegida.
“Tener una parte del mar dentro de la ciudad es un privilegio que podría ser explotado turísticamente, pero se ha desperdiciado, podríamos tener una playa en la ciudad”, acotó Correa.
Sin embargo, pese a la decisión presidencial, el trabajo avanza lentamente, lo que fue reclamado por el Mandatario. Si bien es cierto, la contaminación doméstica que producen los asentamientos ilegales a las orillas son un problema estético y de olores por la descomposición de los desperdicios, una de las causas que más contaminación produce son las descargas industriales de las compañías, que se suman a la falta de alcantarillado sanitario.
El Ministerio del Ambiente elaboró una lista en la que constan 190 negocios que emiten descargas al estero, de las cuales solo 14 son competencia de esta entidad y el resto del Municipio de la ciudad.
El Cabildo porteño comunicó que el estado ambiental del estero Salado evoluciona favorablemente, debido principalmente a los proyectos de ampliación de la cobertura del servicio de alcantarillado sanitario que la Municipalidad impulsa a través de la Empresa Cantonal de Agua Potable y Alcantarillado de Guayaquil (Ecapag) y que ejecuta Interagua.
Representantes del Municipio explicaron que es evidente que se ha reducido la contaminación del recurso hídrico, porque existen medidas de fondo que buscan solucionar los problemas en la fuente, tal como lo señalan los estudios técnicos existentes. Adicionalmente, manifestaron que los indicadores de calidad ambiental corroboran que existe un aumento significativo de la concentración de oxígeno.
El último seguimiento realizado dentro del Plan de Prevención y Control de la Contaminación Industrial que hizo el Cabildo durante el primer semestre de 2012 reveló que fue necesario que la Muy Ilustre Municipalidad de Guayaquil, como Autoridad Ambiental de Aplicación responsable en el cantón, clausure 8 establecimientos e inicie procesos de sanción con multas a 98 establecimientos más.
Las autoridades locales informaron que con la conclusión de la instalación de ramales, redes matrices y 9 estaciones de bombeo en el sector de Guasmo Oeste se dotó de infraestructura de alcantarillado sanitario a 600 mil personas que no la tenían. Sumado a lo anterior, la dotación de nuevos ramales y un colector matriz que sirven a 20.000 habitantes de las laderas del cerro de Mapasingue contribuyen directamente a interceptar descargas de aguas residuales domésticas (en su mayoría) y aguas residuales industriales, que antes se descargaban en el estero Salado y que generaban impacto ambiental por su contenido de nutrientes y materia orgánica principalmente. Hasta el 2013 todo Guayaquil tendrá alcantarillado sanitario, según ha ofrecido en repetidas ocasiones el Alcalde.
Lo que se suma a las acciones del MAE que ha implementado mecanismos artificiales para tratar de recuperar la calidad del agua. Esto consiste en la inyección de oxígeno para mejorar el aspecto y reducir olores, según explicó Mercy Borbor, viceministra de Ambiente.
“En el sector de la Kennedy, en donde se instalaron dos oxigenadores, es visible que se ha recuperado parte de la flora y fauna que por muchos años habían desaparecido. Hemos visto que da resultado y lo vamos a replicar en varios lugares, como Puerto Lisa, en el estero Mogollón, y en otros ramales; para esto se ha hecho un estudio técnico”, detalló la funcionaria.
En total, la idea es tener seis equipos; por ello se incluirán dos en octubre y dos en diciembre.
En las dos estaciones se invirtieron alrededor de 500 mil dólares y para las que faltan la inversión asciende a 1’700.000 dólares.
Borbor mencionó que se ha trabajado en un levantamiento de la parte química, que no es un trabajo visible, pero que es de suma importancia para saber como actuar en el trabajo de recuperación y mantenimiento del brazo de mar.
“La recuperación va a tomar entre 5 y 10 años, pero ahora ya se ve algo de fauna y eso es importante”, detalló la representante de Ambiente.
Borbor explicó que este recurso natural está protegido y por ello se está haciendo un trabajo con la comunidad para que quienes viven en el sector no arrojen basura, esto va acompañado de la reubicación de las personas que esperamos que vivan en lugares dignos.
La construcción de estas viviendas, ubicadas en el plan habitacional Socio Vivienda, está a cargo del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), que se encarga de ejecutar y de censar a los beneficiarios que son trasladados.
En julio pasado se reubicó a 128 familias de diferentes sectores que estaban a las orillas del estero. Este medio intentó obtener información de cómo avanza el proceso, pero no tuvimos respuesta de las autoridades de esta cartera de Estado.
Hay decenas de familias que no saben qué va a pasar, porque muchas de ellas no han sido censadas y otras que tienen casas de cemento y que no quieren cambiarse a los departamentos que ofrece el Miduvi.