Los casi 17.000 pescadores artesanales asociados a la Federación Nacional de Cooperativas Pescadoras Artesanales del Ecuador (Fenacopec), ratificaron este martes su apoyo a la decisión presidencial de eliminar la pesca de arrastre, la cual -dicen- es realizada por grandes embarcaciones pesqueras-camaroneras. En el 2011, la Armada Nacional registró 92.289 pescadores artesanales.
Silvino Cruz, representante de la cooperativa pesquera de producción artesanal “Simón Bolívar” de Puerto Bolívar, provincia de El Oro (sur), destacó que la medida gubernamental protegerá el medioambiente y asegurará la alimentación de las futuras generaciones.
“El barco camaronero arrastrero, hablamos directamente del langostinero y pomadero, hacen el mismo daño. La diferencia entre ambos es que el pomadero trabaja en la orilla, matando a todas las especies diminutas. Todas las larvas, todos los huevecillos, no llegan a su etapa juvenil, peor aún a la reproducción.
Mientras que el barco arrastrero cala su red en el fondo marino. Lo depreda. Es como un tractor que va arrastrando todos los arrecifes y va dañando los lugares donde se reproducen las especies”, explicó Cruz, de 57 años, de los cuales 50 los ha dedicado a la pesca.
Recordó que hace cuatro décadas, los barcos pesqueros llenaban sus cubiertas de la llamada pesca “basura”, la cual consiste en pequeñas jaibas y peces diminutos. “Eso no es basura como ellos la llaman, son las larvas, el alimento de nuestros nietos y bisnietos”, manifestó Cruz.
El pescador artesanal aseguró
que los cardúmenes o grandes manchas de peces han desaparecido desde hace mucho tiempo. “Los biólogos marinos han reconocido que la biomasa (cardúmenes) han desaparecido en un 50%, mas yo digo que el problema supera el 75% y esa es nuestra preocupación”, dijo.
De su lado, ángela Parra, de la asociación de pesqueros artesanales Riveras del Pacífico de la isla Puná, también agradeció la posición del régimen.
La dirigente criticó que los grandes barcos pesqueros usen mallas con ojos de un octavo; mientras los pescadores artesanales usan una malla que posee un ojo de dos pulgadas y media, respetando de ese modo las políticas que son dictadas por la Subsecretaría de Recursos Pesqueros. “Ellos (los pescadores industriales) con sus barcos van arrasando miles de millas con sus mallas y artes de pesca.
Arrasan con todo el recurso; mientras que nosotros como pescadores artesanales nos hemos regularizado en el uso de una malla. Ellos usan una malla tan diminuta de un octavo y a nosotros nos exigen de 2 y medio centímetros”, comentó Parra.
Asimismo, la dirigente se mostró de acuerdo con la ampliación del plazo para la eliminación de la pesca de arrastre, la cual estaba previsto que terminara este 30 de septiembre. El Gobierno ecuatoriano decidió esperar hasta el 15 de diciembre próximo para la aplicación de la medida.
Antonio Paninboza, de la asociación de pescadores de pargo de Santa Rosa de Salinas, recordó también que los barcos pesqueros lanzan sus redes a 50 brazas (83,59 metros) de profundidad, lo cual perjudica su actividad. “Antes cogíamos 10 gavetas y ahora solo cuatro. Cogíamos una merluza de 30 centímetros y ahora solo existen de 10 centímetros”, expresó Paninboza.
Por su parte, la Asociación de Armadores Pesqueros no está de acuerdo con la visión de los pescadores artesanales y defiende las actividades de pesca de las flotas pesqueras industriales.
Juan Carlos Correia, titular del gremio, señaló que los barcos que pescan langostinos no superan las 10 y 12 millas náuticas porque el recurso que ellos buscan está en esa distancia y usan la malla de arrastre porque el camarón precisamente está en el fondo marino.
Correia sostuvo que los barcos conocidos como los chinchorreros o bolicheros (sardineros) son quienes capturan pesca pelágica (boliche o chinchorro), los cuales están en peligro de extinción, de acuerdo con la Fenacopec.
El líder gremial rechazó que la flota pesquera camaronera estuviese afectando los arrecifes. El dirigente explicó que el fondo marino ecuatoriano está compuesto por arena, lodo y arcilla.
La Asociación de Armadores sostiene que la actividad que ellos realizan beneficia a más de 15.000 familias y no a 17 como estima el Gobierno, por ello piden que el Ejecutivo revea las medidas pensadas para el sector.