La fe y devoción en Cristo motivaron a Hernán Sotomayor a participar año a año en la tradicional procesión de Jesús del Gran Poder que se lleva a cabo en la capital ecuatoriano cada Viernes Santo. Este año participaron alrededor de 80.000 fieles y visitantes.
El hombre, vestido con una túnica y bonete lila que cubre su rostro, vive en el sector de Atucucho, en el norte de Quito, desde hace tres años asume el rol de ‘Cucurucho’ en la procesión.
Este Viernes Santo se despertó temprano para acudir desde las 07:00 a los patios del Colegio San Andrés, ubicado en el Centro Histórico. Allí al menos 1.000 ‘Cucuruchos’ y ‘Verónicas’ (mujeres vestidas con túnicas que acompañan la procesión), se reunieron antes de iniciar el recorrido.
La conmemoración litúrgica tiene como fin rendir homenaje a Jesús y recordar la pasión de su muerte. Por ello, es la única ocasión en el año que la imagen de Jesús del Gran Poder sale de la iglesia de San Francisco para ser venerada por los fieles.
Esta imagen, junto con la de Juan el Evangelista y la Virgen Dolorosa, fueron llevadas en andas por estudiantes, fieles, miembros de la Iglesia Católica y custodiada por la Fuerza Pública.
Los penitentes, devotos, jóvenes, ancianos, niños acompañan a las imágenes que salieron desde la Plaza de San Francisco, en el Centro a las 12:00. La peregrinación recorrió al menos unas 40 cuadras por las calles Bolívar, Venezuela, Manabí, Riofrío para luego retornar a la plaza.
La tradición de la peregrinación es que los ‘cucuruchos’ lleven a cuestas pesadas cruces, coronas de espinas y en algunos casos incluso caminan sin calzado.
Sotomayor relató que su inspiración para cargar una cruz elaborada con dos maderos de al menos un metro de largo, es “el agradecimiento por los favores recibidos por Jesús. Me ha dado paz en mi familia, trabajo y salud”.
Junto a él caminaron a paso lento junto con otras tantas docenas de cucuruchos, acompañados por los rezos de los miles de católicos de todas las provincias del país que siguieron la procesión.
Durante la peregrinación cayó una leve llovizna en la capital, pero esto no desanimó a los devotos que en algunos casos incluso se colocaron ‘ortiga’ (planta que produce inflamación en la piel) en su cuerpo.
Eso es lo que utilizó Luis López. Con el torso desnudo llevaba una cruz de madera y se castigaba con esta planta. “Lo hago para limpiar mis pecados y por el bienestar de mis hijos”, decía.
En el desfile también se unieron niños, ancianos, personas con discapacidad, que con rezos y plegarias avanzaban por las calles del Centro Histórico, en “agradecimiento de los favores del Señor”, como lo dijo Patricio Quilotoa, quien se movilizó entre la multitud, en una silla de ruedas.
La procesión dura al menos unas cinco horas y concluye con el ingreso de las imágenes católicas a la iglesia de San Francisco y con la realización de una misa.
En el sur de la ciudad también se efectúa una procesión similar desde hace 14 años. En este recorrido de siete kilómetros y que dura cuatro horas se venera a la Virgen de El Quinche acompaña a la del Jesús del Gran Poder.
Mientras tanto, en Guayaquil, miles de fieles acompañaron la imagen de Cristo del Consuelo por las principales calles de la urbe. Esta tradición se la realiza cada año para agradecer los “milagros y bendiciones” recibidas.