Ocho de cada diez mujeres han sufrido alguna vez violencia machista en Ecuador, donde también se enfrentan a la discriminación, ante la pasividad de la sociedad, el sensacionalismo en algunos medios de comunicación y la impunidad por los delitos de que son víctimas, dijeron varios expertos.
Casos como el asesinato esta semana a martillazos de María Fernanda F., de 21 años, supuestamente a manos de su ex pareja, de quien los familiares de la víctima destacaron su agresividad y celos, ejemplifican la vulnerabilidad de la mujer en el país.
«La violencia machista ha salido a la esfera pública, pero en la cabeza de mucha gente es aún un problema privado y esto va muy amarrado al tema de los patrones culturales y al hecho de la prevalencia de una sociedad machista», explicó la directora de ONU-Mujeres para la región andina, Lucía Salamea-Palacios.
Según el Plan Nacional de Erradicación de la Violencia, de 2009, el 80 por ciento de las mujeres ha sido víctima de la violencia de género alguna vez, en forma de agresiones físicas o psicológicas, y un 21% de niños, niñas y adolescentes ha sufrido abuso sexual.
En 2007 se registraron más de 10.000 denuncias de delitos sexuales, pero solo hubo sentencia en 300 casos.
«La administración de justicia respecto a la violencia de género no es precisamente la que mejor funciona, es una deuda histórica de la democracia, pero con las mujeres es peor, porque se les va la vida», dijo Ana Lucía Herrera, presidenta de la Comisión de Transición, un organismo que trabaja con el Gobierno para crear un Consejo de las Mujeres e Igualdad de Género en la Asamblea Nacional.
La Constitución de 2008, impulsada por el Gobierno del presidente Rafael Correa, afronta directamente el tema de género y fomenta «leyes que criminalizan» la violencia machista, puntualizó Salamea-Palacios.
Si bien es una de las constituciones «más completas de América Latina y Caribe», según la representante de ONU-Mujeres, persiste un «problema de justicia, de reglamentos y de falta de decisión» por parte de organismos públicos como la Asamblea Nacional, el parlamento unicameral de Ecuador.
Según algunos estudios, Ecuador presenta una tasa de «femicidio» (homicidio de la mujer por razón de género) de 30 por cada millón de mujeres, superior a la media de unos 19 por millón de un estudio de 44 países del Centro Reina Sofía en 2010.
La tasa en Latinoamérica, donde solo 12 países dieron cifras, dobla a la mundial hasta acercarse a 44 mujeres por millón.
Según Herrera, uno de los mayores problemas es la «naturalización de la violencia de género», fruto, en parte, del tratamiento que recibe en algunos medios de comunicación.
En el estudio de 2011 «Femicidio en Ecuador», Ana Carcedo criticó que se usen expresiones como «crimen pasional», que «minimizan la responsabilidad del agresor» y «la gravedad del asesinato».
Un ejemplo se puede encontrar en el periódico Extra del 25 de mayo, que decía: «¡Muchacho de 17 años mató a su mujer de 15! Vecinos dijeron que el coraje del joven amante fue por celos, porque le habría advertido que cuando la vea en la calle la iba a matar».
Carcedo pide una redacción diferente de esas noticias, pero valora que se publiquen los casos, pues a falta de datos oficiales permite un recuento de víctimas.
La violencia machista en Ecuador no depende del nivel de ingresos, según Salamea-Palacios, quien destacó que «se encuentra en todos los estratos, no solo en los barrios populares y en gente pobre. Pero es un tema que se esconde mucho en clases medias-altas y altas por vergüenza».
Las mujeres también sufren discriminación en ámbitos como el económico o familiar.
El desempleo femenino urbano es del 7,2% frente al 5,7% masculino, según las últimas cifras del Gobierno, y los hombres cobran un 14% más que las mujeres con el mismo nivel de estudios, de acuerdo con datos de 2006 del II Informe Nacional de Objetivos del Milenio.
Además, según una encuesta de 2005 las mujeres trabajaban 20 horas semanales más en el hogar que los hombres.
En política, la mujer va ganando relevancia y, por ejemplo, 5 de los 8 ministerios coordinadores de Ecuador están dirigidos por mujeres, pero éstas solo ocupan un 28% de los escaños en la Asamblea.