Movimientos de caderas, polleras coloridas, ritmo de tambor, clave, sonajas y un coro de cantos africanos. Eran las 11:30 y el sonido de fiesta llegaba desde los interiores de la Catedral de Guayaquil. Adentro la mayoría de fieles eran de raza negra, vestían túnicas multicolores, pañoletas en la cabeza o coronas doradas como las de la madre de Dios.
La misa «inculturada» abrió ayer el XII Encuentro Continental de Pastoral Afro que reúne a obispos, sacerdotes, agentes de pastoral y laicos de 17 países. La cita se realiza por primera vez en Guayaquil.
Un cortejo de sacerdotes y obispos fue presidido por un grupo de mujeres que entraron bailando por la nave central. Los fieles seguían el ritmo con palmas y sonajas. La música atrajo a curiosos que a esa hora caminaban por el centro, como Vicente León quien seguía el ritmo con la cabeza y se quedó escuchando por más de hora y media toda la misa.
Tres jóvenes subieron con urnas a la plataforma central ya fuera con los oídos, los ojos o la boca tapados. Arriba una misionera los destapaba y les encendía una vela. «Es como condenar la esclavitud de hoy, no solo la del pasado. Las actitudes esclavistas que hoy tienden a hacernos callar», explicó el padre mozambiqueño José Joaquim Pedro, director de la Pastoral Afro en Ecuador. Hasta el viernes se realizarán una serie de conferencias en el santuario de Schoenstatt (km 4½ de la avenida Juan Tanca Marengo) sobre la realidad religiosa y social de los afroamericanos.
Según el misionero Dimanche Godfroy el evento, a más de compartir la experiencia de fe y de lucha, servirá para definir líneas pastorales para acompañar y atender mejor al pueblo negro. En su sermón, monseñor Antonio Arregui recordó «los orígenes tenebrosos de estos pueblos» en América, pero subrayó que el amor de Dios no tiene color.
El jolgorio con el que terminó el rito ayer se repetirá el viernes a las 12:00 en la Catedral, cuando se clausure el encuentro. Se atenderá el salmo 150: «Alaben al Señor con tambores y danzas».