La palabra Folklore o Folclore fue utilizada por primera vez por el arqueólogo inglés William John Thoms (1803-1885)
Con el seudónimo de Ambrose Merton, la publicó en la revista londinense “Athenaeum”, el 22 de agosto de 1846.
Por eso, cada 22 de agosto se celebra el Día Mundial del Folklore.
La palabra está compuesta por dos voces inglesas “Folk” (pueblo) y “lore” (saber, ciencia), para definir al saber popular, los conocimientos, usos y costumbres transmitidas de generación en generación.
Es lo que se transmite de boca en boca, que trasciende y se incorpora a un grupo de costumbres y tradiciones que desconocen toda autoría.
La palabra tradición según la Real Academia Española es la “transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas y costumbres transmitidas de generación en generación”.
Para que un hecho reúna la esencia de lo folklórico debe ser popular, tradicional, colectivo, funcional, empírico y los rasgos implícitos en los anteriores o que contemplan esta caracterización son la oralidad, anonimato y localización.
Sociólogos y antropólogos han establecido generalmente tres tipos: folklore tradicional, que consiste en toda manifestación realizada en el hábitat o lugar donde se genera el hecho.
Folklore de proyección: es cuando el hecho se traslada de su lugar de origen a un escenario o a otra región o un medio de comunicación.
Finalmente está el folklore estilizado, mediante el cual las culturas precolombinas dibujaban figuras en las pinturas rupestres.
Así, los hechos y fenómenos tradicionales de un pueblo se pueden manifestar en aspectos materiales como son la vivienda, la vestimenta, la comida, los instrumentos musicales, etc. o en inmateriales como la música, la danza, los cuentos, leyendas, supersticiones, refranes, creencias, etc.
También se tienen en cuenta las manifestaciones sociales, religiosas y estéticas.