Dos sucesos opuestos coincidieron ayer en la gestión petrolera del país: La comisión de biodiversidad aprobó la solicitud del Ejecutivo de declarar de interés nacional la explotación del Yasuní ITT; y el presidente Rafael Correa dio inicio a la campaña «La mano sucia de Chevron».
Ambos, son gestionados desde una plataforma mediática que evidencia en sus líneas su oposición o su favoritismo.
En el caso de la solicitud del Ejecutivo para declarar de interés nacional la explotación del Yasuní ITT en el órgano legislativo los medios de comunicación, en su mayoría privados, han mostrado el otro lado de la moneda. Esto es hacer cobertura sobre una serie de protestas, opiniones y pedidos a la Corte Constitucional para que dé paso a una consulta popular luego del anuncio del presidente Correa sobre la decisión de abandonar el Plan A de la iniciativa Yasuní.
Esta posición de los medios privados ha sido criticada desde el Gobierno bajo el prejuicio de los «nuevos ecologistas», aquellos que «ahora dicen que les importa el medio ambiente«. El discurso en contra de la explotación del Yasuní busca ser contrarrestado por el oficialismo con la campaña de comunicación anunciada por el Presidente en la que se piensa anteponer la forma en que se manejará la explotación.
A este entorno mediático se suma la campaña «La mano sucia de Texaco». En ésta se piensa unir varias personalidades del mundo que rechacen el manejo ambiental que dejó la empresa en la Amazonía ecuatoriana. De esta forma se evidenciaría el descuido del manejo de las transnacionales en materia de explotación petrolera bajo la percepción de que el gobierno haría lo contrario a lo que castiga.
¿Cómo manejan los medios criticados por el oficialismo el conflicto con Chevron y cómo lo hace la plataforma de comunicación oficialista?
Diario El Universo, luego de la rueda de prensa ofrecida por el presidente Rafael Correa desde el pozo 4 en Aguarico, operado únicamente por Texaco (actualmente Chevron), buscó contrastar la información con declaraciones del asesor de comunicación de la petrolera estadounidense, James Craig. De la misma manera lo hace Diario El Comercio y El Telégrafo.
Las diferencias entre lo que se busca priorizar son evidentes en la extensión que tienen las declaraciones del asesor de Chevron junto a las del Presidente Correa. En el caso de Diario El Telégrafo se dedica un menor espacio a las declaraciones de Craig, en Diario El Comercio se hace una entrevista a Craig que se usa al final de lo expuesto por el Presidente Correa con una extensión de dos párrafos bajo el subtítulo subjetivo de «El estado ecuatoriano incumplió», sin entrecomillar. En su versión impresa Diario El Universo combina la visita de Correa a Aguarico con las declaraciones de Craig y la aprobación de la comisión de Biodiversidad respecto a la explotación del Yasuní-ITT en espacios más o menos equitativos, en su versión digital las noticias (Chevron-ITT) se muestran por separado.
A diferencia de los dos diarios privados en cuestión, Diario El Telégrafo desde su postura oficialista ha hecho eco de las protestas al rededor de la explotación del Yasuní-ITT siempre bajo la proyección de lo negativo y la poca acogida que tienen, en algunos casos.
Por su parte los medios privados en análisis han callado sobre el apoyo de los gobiernos seccionales amazónicos, voces que tienen más peso en las constantes publicaciones de la plataforma de El Telégrafo, de la misma manera que en Andes y el Ciudadano, todas con claras posturas a favor del gobierno.
A partir de esto, podemos cuestionarnos una vez más la pluralidad que se promulga en la reciente ley orgánica de comunicación y su «gestión activa» desde el oficialismo en virtud de un sólo lado de la moneda.
Para el ex-director del diario francés Le-Monde, Ignacio Ramonet, «la oligarquía, las familias poderosas, son también los dueños históricos de los medios y por eso defienden el poder político y económico». Entonces ¿Cada medio defiende distintas oligarquías? Al final, ¿quién tiene el poder?