Ecuador y América Latina somos expertos en crisis: las hemos sufrido casi todas y la inmensa mayoría de ellas las manejamos tremendamente mal. Mientras –al menos en teoría- la política económica busca paliar la crisis con el menor costo, en el menor tiempo posible y repartiendo adecuadamente dichos costos para que caigan sobre los menos vulnerables y los responsables de la crisis, la realidad fue que todo estuvo en función del capital, básicamente el financiero nacional e internacional.
Hoy vemos con preocupación cómo Europa comete los mismos errores. Mientras la crisis golpea con toda su fuerza a ciertos países, se continúan aplicando fórmulas ortodoxas que han fracasado en todas partes del mundo y que son lo contrario a lo técnica y socialmente deseable.
En Chipre y otros países europeos en crisis se imponen los programas de ajuste estructural que tanto daño hicieron a Latinoamérica. La supuesta escasez de recursos para superar la crisis pierde sentido cuando en Portugal, Grecia e Irlanda los montos del «salvataje» a los bancos son mayores que el total de sueldos y salarios que perciben todos los trabajadores de esos países.
En España, la misma casa avaluada por el banco para otorgar el crédito, ahora vale varias veces menos, de tal forma que el ciudadano pierde la casa y se queda endeudado de por vida. Son los famosos «desahucios», causantes del 34% de los suicidios en dicho país. Esto no es solo inmoral, sino que además es torpe economía, porque se va a llegar al peor de los mundos: familias que necesitan casas, sin casa, y bancos que no necesitan casas… ¡repletos de casas!
Nadie duda que hay que corregir graves errores incluso de origen, por ejemplo, la unión monetaria de países con distintos niveles de productividad y sin mayores diferencias en salarios, pero que nadie dude tampoco que en lo esencial no se está buscando superar esta crisis con el menor costo para los ciudadanos europeos, sino que fundamentalmente intentan garantizar el pago de la deuda a los bancos privados. Al igual que en las crisis de América Latina, nos dicen que hay un problema de «overborrowing», sin reconocer el ineludible y correspondiente problema de «overlending». Pareciera que el capital nunca tiene responsabilidades.
Lo anterior evidencia que el problema no es técnico, sino político, quién manda en una sociedad: los seres humanos o el capital. En lo académico, creo que el más grave daño que se le ha ocasionado a la Economía es quitarle su membrete y naturaleza original de «Economía Política». Nos han hecho creer que todo es un asunto «técnico», disfrazando ideología como ciencia, y al hacer abstracción de las relaciones de poder han convertido a los economistas -parafraseando a John Kenneth Galbraith-, en inútiles para servir al ser humano, principio y fin de la Economía, pero bastante útiles para los poderes y paradigmas dominantes.
No se ha podido o querido entender que el principal desafío de la humanidad a comienzos del siglo XXI es liberarse del imperio del capital y su principal extensión, la entelequia del mercado. En otras palabras, lograr que los seres humanos tengan supremacía sobre el capital; sociedades CON mercado, y no DE mercado; el mercado como siervo, no como amo.