Murió el presidente venezolano comandante Hugo Chávez. Cuando escuché la noticia me estremecí un poco, no tengo porque negar que me dio pena. No una pena de desconsuelo, no sentía una pérdida, tampoco vacío, sino una pena cargada de gratitud, de ganas de emprender, de seguir el camino que él había marcado.
Busqué noticias en la internet acerca del fallecimiento. Lo primero que hice, casi intuitivamente, es mirar la página de Telesur y luego del gobierno venezolano. Ya se venía especulando mucho con la muerte de este líder y pensé que sólo lo iba a creer si lo escuchaba directamente de una entidad oficial. Y así fue, vi el video del presidente Nicolás Maduro dirigiéndose con sentidas palabras al pueblo venezolano. Allí estaba, se nos había ido el comandante.
Me admiraba ver los comentarios de la gente en las redes sociales. Muchos de mis conocidos, gente que ni me esperaba rendían homenaje de alguna forma a este gran latinoamericano. Por supuesto no faltaron los comentarios de odio y rencor. ¿cómo puede alguien hablar de Dios y celebrar la muerte en una frase y decirse cristiano, pensaba. «Dios es vida» dice la biblia, no muerte. Bajeza humana pensé sin analizar mucho el comentario, pero luego me di cuenta de lo que se había logrado con la ardua campaña de demonización que habían desplegado sobre la imagen de Chávez durante tantos años.
Un amigo comentaba respondiendo a una publicación que hice en mi muro de Facebook diciendo que el dudaba que Chávez haya sido un gran latinoamericano. «el tiempo le dará un lugar en los libros de historia» escribió. ¿El tiempo? Creo que a estás alturas de mi vida por fin tengo claro que los libros cuentan la historia desde el punto de vista del autor. Y bueno, hay autores y autores, pero por lo general la historia que nos enseñaron a muchos en la escuela es la que más le conviene a los que están en el poder de decir que quieren que pensemos.
El lugar ya lo tiene, y está en los corazones de millones de latinoamericanos. Ya sabremos darle su lugar en la historia los que seguiremos el camino marcado por él. ¿El tiempo? hay seres humanos que trascienden al tiempo. Quizás por eso no sentía su partida, porque no se había ido. Se fue su cuerpo, si. Su bocota guajira ya no se revelará ante los poderosos, ya no predicará unidad. Ya no ganará más elecciones (me acordaba que ganó su última elección con más del 12% sobre el candidato de toda la oposición unida enfermo de cáncer y con una prensa poderosísima desprestigiándolo nacional e internacionalmente) pero seguirá aquí. Su ejemplo de valentía y dignidad será seguido por miles de seres humanos en el mundo. Nos había demostrado que se puede.
Claro, en este mismo instante habrá alguien que no comparta mis criterios. El poder mediático cala profundo en la opinión, Incluso de mucha gente buena, de amigos queridos, de personas cultas, inteligentes. ¡Qué bueno que haya gente que piense distinto! Pero le hago una pregunta que le va a tocar contestarse a sí mismo ¿Cómo forma usted su criterio sobre las demás personas? ¿Por lo que usted ve, escucha, siente sobre esta persona? ¿O por lo que le cuentan que dijo, hizo o dejó de hacer? Sólo pregunto.
Recuerdo haber escuchado más de una vez a alguien deseando la muerte del comandante, incluso en televisión, a lo que él en su momento contestó: «A los que me desean a mí la muerte yo les deseo mucha vida para que sigan viendo cómo la revolución bolivariana va a seguir avanzando de batalla en batalla y de victoria en victoria» Bueno se les cumplió. Se murió el comandante, pero por eso digo que siempre hay que tener mucho cuidado con lo que se desea porque ahora acaba de nacer la leyenda. Su ejemplo está más vivo que nunca.
Yo por mi parte deseo, y lo deseo no esperando ni anhelando, sino sabiendo desde el alma que va a ser así, que el planeta siga pariendo hombres como Hugo Chávez, hombres dispuestos a darlo todo por su convicción, por amor a la humanidad, a la vida misma.
¡Hasta siempre Comandante!