Territorios y organizaciones que sean socialmente sostenibles y responsables con el medio ambiente, fueron algunas de las metas que se planteó alcanzar la I Cumbre de Responsabilidad Social desarrollada hasta ayer en Cumbayá. Al final de la cita se firmó la Carta de Quito, que refleja el compromiso de los sectores público y privado, la academia y la ciudadanía para fomentar una ciudad socialmente responsable.
En el evento participaron 20 expertos, de los cuales 17 eran especialistas extranjeros como Ramón Guzmán, asesor del Ministerio de Medio Ambiente de Costa Rica; Kevin Houston, de Carbon Masters; Luis Felipe Hoyos, vicealcalde de Medellín; Jorge Villalobos, director del Centro Mexicano para la Filantropía (CEMEFI), y la académica Nuria Chinchilla, de España.
Las reflexiones fueron novedosas. Chinchilla, por ejemplo, describió que los problemas de baja natalidad, fracaso escolar y divorcios en España tienen que ver con la falta de una visión «familiarmente responsable» por parte de las empresas. Propone implementar la visión de Empresas Familiarmente Responsables con el fin de encontrar un equilibrio entre la familia, la empresa y la sociedad.
Por su lado, Houston destacó tres desafíos que Ecuador y otros países deben abordar: un clima alarmante por el uso continuo de combustibles fósiles, el preocupante aumento sobre seguridad energética con los oscilantes precios del petróleo y las inestabilidades políticas, así como la necesidad de limitar la actual sobreexplotación de recursos naturales con miras al acelerado crecimiento de población, pues se estima que en 2050 el mundo tendrá 10 billones de habitantes.
Según Jorge Villalobos, de CEMEFI, en Ecuador «las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) aportan con el 55% del empleo nacional y con el 20% al Producto Interno Bruto (PIB) y se debe fomentar la responsabilidad social en las Mipymes, porque concentran la mayor parte de la actividad productiva de los países».
En el Salón de las Buenas Prácticas, organizaciones del sector público, privado y fundaciones presentaron sus proyectos de emprendimientos en torno a la responsabilidad social. Por ejemplo, Daniela Peralvo, directora de Basutron, fabricante de máquinas recicladoras y plantas procesadoras de basura para facilitar el manejo de desechos sólidos a nivel empresarial.
Para Jeanine Buenaño, estudiante de Ingeniería Ambiental de la Universidad Central de Quito,el evento ofreció perspectivas y metodologías para crear responsabilidad social en los quehaceres empresariales; sin embargo, cree que las empresas participantes «presentaron pocas acciones que evidencien su compromiso».
