Las dos principales potencias regionales de Medio Oriente, Irán y Arabia Saudí, relajan la tensión. Ambos países, con el auspicio de China, retomaron sus relaciones diplomáticas tras la ruptura de 2016.
Ambas capitales suspendieron sus lazos luego que Riad ejecutara al jeque Nimr al Nimr. El religioso era considera la principal voz del islam chií en Arabia, país de mayoría sunita.
En Irán, en cambio, la rama del islam mayoritaria es la chií. La ejecución del religioso ocasionó la toma de la embajada saudí en Teherán, lo que ocasionó la suspensión de las relaciones diplomáticas.
A partir de ese momento, las tensiones se agravaron y ambos países se han enfrentado de manera indirecta en los conflictos de Líbano, Yemen y Siria.
Ahora, gracias a la mediación de China, los vínculos se retoman. Además, ambos estados acordaron reactivar un acuerdo de seguridad de 2001, respetar la soberanía de cada uno y no interferir en sus respectivos asuntos internos.
Recelo en Occidente y sus aliados
Desde Occidente se mira con preocupación este acercamiento y al rol de China en una región en donde hasta hace poco no tenía influencia.
Arabia Saudí es uno de los principales aliados de Estados Unidos en Medio Oriente. Pero las relaciones se deterioraron con la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden.
Mientras que Irán es considerado país enemigo por Estados Unidos e Israel. En este último país también hay preocupación por lo que se considera una victoria política y diplomática de Irán.
Los iraníes, que no reconocen a Israel, tienen una fuerte influencia en la resistencia palestina, el gobierno sirio y en el movimiento libanés Hizbulá. Todos ellos enemigos de Israel.