Bélgica cumple este lunes, en un ambiente de atonía popular, un año sin formar gobierno tras las elecciones del 13 de junio de 2010, en las que dos partidos antagónicos, los soberanistas flamencos de la N-VA y los socialistas francófonos del PS, ganaron en las regiones norte (Flandes) y sur (Valonia) del país.
La población belga, acostumbrada a los gobiernos de coalición y al bloqueo en la escena política, ha acogido este aniversario con resignación y atonía, en medio de un puente por la festividad del lunes de Pentecostés, que ha vaciado las calles de las principales ciudades.
El que sí ha mostrado su enfado por la situación es el primer ministro en funciones, Yves Leterme, quien ha dicho «basta» a una situación de «usura» en la que su Gobierno en funciones «dirige el país» mientras otros «se llevan los laureles», según una entrevista publicada hoy por el diario neerlandés «Trouw».
Las elecciones del 13 de junio de 2010 arrojaron resultados importantes para el partido flamenco N-VA y el francófono PS pero, como es habitual, ninguna formación logró una mayoría suficiente para gobernar en solitario, por lo que están obligadas a consensuar la formación del nuevo Ejecutivo.
Sin embargo, la Nueva Alianza Flamenca (N-VA) es partidaria de la escisión de Flandes y se niega a hablar del gobierno sin antes sellar una reforma del Estado que dé más competencias a las regiones, algo visto con grandes reticencias por el PS y la mayoría de los partidos francófonos.
Estos son los mimbres que han llevado a un auténtico récord mundial de días sin formar gobierno tras las elecciones, una situación que representa una verdadera amenaza para la estabilidad y la economía del país a ojos de los analistas.
En este contexto, los editorialistas del país se preguntaban este fin de semana sobre la viabilidad de Bélgica como país.
«Un año después, Bélgica continúa en pie. No se ha evaporado. Simplemente… es un poco menos belga. Y un acuerdo entre las comunidades parece más imposible que nunca», escribía hace un par de días Béatrice Delvaux en el diario «Le Soir».
En una impresión compartida por muchos, la editorialista jefe del diario de referencia francófono consideraba que ya nadie se pregunta si francófonos y flamencos son «dos poblaciones que viven bajo un mismo techo pero que tienen pocas cosas en común» porque lo ocurrido en el último año ha constatado esta impresión.
Preguntados por la salida a este entuerto político en sendas entrevistas con Efe, los líderes políticos de Bélgica se mostraron partidarios de seguir trabajando para encontrar una solución de consenso.
«Tenemos que lograr una reforma equilibrada del Estado que ofrezca un nuevo futuro y nuevas posibilidades a escala federal y para las regiones y comunidades», aseguró el primer ministro en funciones, el democristiano flamenco Leterme, quien se mostró partidario de dar aún más tiempo a la N-VA y el PS para alcanzar un acuerdo.