El Gobierno brasileño lanzó una serie de medidas el miércoles para atraer hasta 133.000 millones de reales (66.000 millones de dólares) en inversión privada para el desarrollo de nuevas carreteras y vías férreas, necesarias para despejar los cuellos de botella en transporte del país.
Las medidas incluyen un plan para aumentar al doble la capacidad de las principales autopistas del país, con concesiones para caminos y líneas férreas, dijo Paulo Passos, ministro de Transporte, durante un evento en la capital, Brasilia.
El Gobierno, a través del banco de desarrollo estatal BNDES, ofrecerá además créditos subsidiados para los inversores que quieran participar en los proyectos.
Las medidas son un esfuerzo del Gobierno de la presidenta Dilma Rousseff para modernizar la economía del país, estancada en el último año tras mostrar un crecimiento promedio por encima de un 4 por ciento durante gran parte de la última década.
El Gobierno asegura que con la modernización de la infraestructura -que considera mejorar caminos colapsados y vías férreas- puede bajar los costos para las empresas y darle mayor eficiencia a la economía en los años próximos.
Durante la ceremonia, Rousseff declaró que las medidas ayudaría a Brasil, el país más grande de América Latina, a ser «más rico, más sólido, más moderno y más competitivo».
La mandataria agregó que tales inversiones pueden hacer que «Brasil finalmente tenga una infraestructura compatible con su tamaño».
El Gobierno espera además que la inversión reactive a la economía en el corto plazo. Passos destacó que se espera que la inversión tenga lugar en el curso de los próximos cinco años.