“Tuve la suerte de salvarme de morir y ahora quiero llegar con mi testimonio a miles de jóvenes”, ese fue el mensaje que dio Mauricio Irigoyen ante aproximadamente 200 alumnos del ciclo diversificado del colegio Martha Bucaram de Roldós, ubicado al norte de Guayaquil.
Irigoyen, productor de cine quiteño, quien hace 16 años tuvo que afrontar una desgracia a causa de viajar junto a una persona que conducía bajo los efectos del alcohol, realizó en 2007 la película “Corazones azules”, un filme de 95 minutos de duración que trata sobre los peligros en las carreteras del país y que desde inicios de año es proyectada en varios establecimientos educativos de Quito y Guayaquil.
“A los 17 años sufrí un accidente de tránsito que cambió mi vida. La persona que conducía estaba alcoholizada y provocó un choque, en él salí arrojado por el parabrisas, casi pierdo mi brazo y mi rostro se desfiguró. Es difícil en un adolescente verse cicatrices, los médicos me dijeron que no podría hacer muchas cosas; sin embargo, regresé y recuperé mi vida por completo”, relató Irigoyen, quien agregó que tras el suceso comenzó a investigar sobre accidentes de tránsito, con la finalidad de crear una campaña de concienciación a nivel estudiantil.
El target escogido fue jóvenes de 15 a 25 años, según aseguró el motivador, porque un alto porcentaje de personas a esa edad mueren en accidentes de tránsito bajo los efectos del alcohol, además, porque en esa etapa de la vida es mucho más fácil moldear la conducta. “El adulto tiene hábitos de conducción ya claramente establecidos, por esa razón apostamos el 100 por ciento de la capacitación a los niños y jóvenes”.
No obstante, Edén Vega, jefe de la Oficina de Investigación de Accidentes de Tránsito (OIAT), manifestó que un accidente de tránsito no respeta sexo, edad, religión, condición social o raza, puesto que todos están expuestos. En ese sentido, afirmó que los accidentes y muertes se ven en todos los países y es difícil reducirlos a cero. Lo que la institución pretende, indicó, es tener una estadística equilibrada conforme al parque vehicular existente.
Una vez escogido el target, Irigoyen incluyó filmación y audio recopilado durante muchos años, con grabaciones de testimonios de cómo la gente, especialmente los jóvenes, se comportaban mientras bebían en las zonas rosas, parques, licorerías, etc.
Con todo lo recopilado, escribió un guión y lo plasmó en una película, la misma que fue grabada íntegramente con recursos de sobrevivientes de accidentes de tránsito, aseverando que no persigue ningún fin de lucro.
Lo que sí se ha recibido, enfatizó Irigoyen, fue el apoyo del Fonsat, el aval técnico del Ministerio de Educación y el patrocinio de la Policía, lo que permitió que ingresara en 30 colegios de Quito y 15, hasta el momento, de Guayaquil. Y el equipo de motivación tiene previsto extender la campaña a Cuenca.
La película fue grabada en Loja, puesto que, según relató Tanya Haz, integrante del equipo, solo en un pequeño tramo de la vía Catamayo-Loja hay 840 corazones azules, es decir, 840 personas fallecidas a consecuencia de accidentes.
Entre las víctimas mortales constan decenas de peregrinos que fueron arrollados por un busetero que iba borracho en plena procesión de la Virgen de El Cisne.
La Dirección Nacional de Tránsito rememora que en mayo de 2004 inició el proyecto “Corazones azules. No más corazones perdidos en las vías”, por dos causas. La primera, la elevada estadística que tenía Ecuador en cuanto a muertos por accidentes. Por cada millón de vehículos España registraba 350 muertes, Chile 450 y Argentina 600.
Ecuador, sin llegar al millón de automóviles, superaba los 1.500 muertos. Esto hizo que la Policía de Tránsito diseñara una campaña emergente para tratar la seguridad vial.
Otro aspecto que incidió en la creación del proyecto fue algo eminentemente personal del teniente coronel Juan Zapata, que determinó que tuviera la iniciativa de crearlo.
Zapata recordó que hace casi ocho años, cuando viajaba en su vehículo hacia Ibarra, en el trayecto Otavalo–Cayambe, presenció estupefacto un accidente de tránsito entre dos buses de transporte interprovincial, como consecuencia del exceso de velocidad de los denominados “profesionales del volante”.
Uno de los automotores arrastró a dos hermanos de 4 y 5 años. Cuando Zapata intentó auxiliarlos, solo pudo contemplar cómo la niña expiraba en sus brazos, mientras el otro menor agonizaba hasta la madrugada siguiente en que dejó de existir.
“Esa situación le conmueve a cualquier persona. Motivó mucho para que me dedique al ciento por ciento a lo que es una campaña de concienciación vial y ahí nació Corazones azules”, dijo Zapata.
Hasta el momento, “Corazones azules. No más corazones perdidos en las vías” ha realizado más de 20 conciertos, en los que han juntado a 430 mil personas, han obtenido el 5% de reducción de muertos entre 2006 y 2010 -tomando en cuenta que el parque vehicular en el país crece cada año al 9,48%- y han sido galardonados con 40 premios nacionales y 4 internacionales.