Los dos candidatos a la presidencia egipcia, el islamista Mohamed Mursi y el general retirado Ahmed Shafiq, enarbolaron hoy la bandera de la revolución y llamaron a los egipcios a la unidad, antes de una segunda vuelta electoral que se presenta de todo menos conciliadora.
Pese a que Shafiq proclamó hoy unilateralmente que será el rival de Mursi en la ronda final, el tercer clasificado, el izquierdista Hamdin Sabahi, prometió batalla al anunciar que continúa en la carrera presidencial y que impugnará los resultados para que se suspenda el proceso y no se publiquen los resultados definitivos.
En una rueda de prensa, Shafiq, último primer ministro de Hosni Mubarak, no dejó de cortejar a todos sus enemigos más encarnizados, como los jóvenes del Movimiento 6 de Abril -que lideraron las protestas de la plaza Tahrir- o los ultras de los clubes de fútbol, vanguardia de la resistencia a la Junta Militar.
El militar se presentó como defensor de la revolución, pese a que se vio obligado a dimitir semanas después de la caída de Mubarak, y lanzó un llamamiento a la juventud del país, a la que prometió «devolver el fruto de la revolución a sus manos».
Asimismo, se comprometió a no devolver al país al antiguo régimen: «Egipto ha cambiado y no hay enemistades con nadie. Tiendo mi mano a todos».
Su oferta fue rechazada de inmediato por uno de los aludidos, el Movimiento 6 de Abril, cuyo dirigente Ahmed Maher aseguró que «bajo ningún concepto» apoyarán a Shafiq, y que ya han iniciado los contactos con los Hermanos
Musulmanes para asegurar una participación masiva. Por su lado, la Hermandad islamista abrió también sus maniobras para asegurarse el respaldo de los candidatos derrotados afines a la revolución, con escaso éxito por ahora.
El tercer y el cuarto aspirantes más votados, Sabahi y el islamista Abdelmoneim Abul Futuh, no participaron en una reunión convocada esta tarde para «salvar a la revolución de los 'fulul' (remanentes del antiguo régimen)».
Según explicó a Efe Anad Hamdi, coordinador de la campaña del naserista Sabahi, su equipo presentará mañana un recurso a la Comisión Electoral Suprema Presidencial para suspender la segunda vuelta, prevista para los próximos 16 y 17 de junio, debido a las infracciones registradas en la votación.
De igual forma, Sabahi instará a la comisión a esperar el fallo del Tribunal Constitucional sobre la aplicación de la Ley de Aislamiento Político, que impide a los ex altos cargos del régimen de Hosni Mubarak presentarse a las presidenciales.
Shafiq ya estuvo a punto de quedar excluido de los comicios el pasado 24 de abril tras ser excluido por la Comisión Electoral, pero solo dos días después esta reculó y revocó su decisión.
Tampoco participó en la reunión con la Hermandad Abul Futuh, que pidió esperar a que se difundan los resultados oficiales, lo que debería suceder el próximo martes.
Pese a todo, Mursi ya ha comenzado a cosechar apoyos como el del ex primer ministro de la transición Esam Sharaf, quien destacó a través de Facebook que en la segunda vuelta «está en juego la supervivencia de la revolución» debido a la presencia de Shafiq.
En cualquier caso, pese a los llamamientos a la unidad de los aspirantes, el perfil marcadamente divisivo de ambos candidatos hace intuir una campaña todavía más encarnizada entre dos políticos que dicen defender la revolución. Los revolucionarios de Tahrir, mientras, lloran ante lo que han calificado como «el peor escenario posible».