El nuevo escándalo de corrupción que sacude al Instituto para las Obras de Religión (IOR), conocido como el Banco del Vaticano, tuvo ayer sus primeras consecuencias con la renuncia del director general, Paolo Cipriani, y del vicedirector, Massimo Tulli.
La dimisión de ambos fue aceptada por la Comisión de Cardenales y el Consejo de Supervisión y se produjo tres días después de la detención de tres personas, entre ellas el prelado Nunzio Scarano, acusadas de fraude en el marco de una investigación sobre supuestas irregularidades financieras en el IOR.
Cipriani, junto con el entonces presidente del banco, Ettore Gotti Tedeschi, era investigado desde 2010 por sospecha de violar leyes contra el lavado de dinero. La Fiscalía indaga dos operaciones bancarias que preveían la transferencia de 20 millones de euros al banco de negocios JP Morgan, en Fráncfort (Alemania), y de otras tres entidades a la Banca del Fucino, por las que no se facilitó la información necesaria impuesta por la normativa contra el blanqueo de capitales.
Con estas dimisiones se acelera la reforma del Banco del Vaticano, precisó ayer su presidente, Ernest von Freyberg, después de que el 26 de junio el papa Francisco creara una comisión, formada por cinco personalidades, para investigar y aportar transparencia al IOR, envuelto desde hace años en numerosos escándalos financieros.
El Consejo de Supervisión y la Comisión Cardenalicia que vigila el funcionamiento del banco pidió a Von Freyberg que asuma de manera interina las funciones de director general, mientras se designa a los sucesores de Cipriani y Tulli.
Von Freyberg estará ayudado por Rolando Marranci, que asumirá de manera interina la vicedirección del IOR, y Antonio Montaresi, como responsables de proyectos especiales.
Marranci ha trabajado en un banco italiano en Londres como jefe de operaciones y Montaresi en varias entidades financieras de Estados Unidos como director de riesgos.
Cesado de todos sus cargos
El sacerdote italiano Nunzio Scarano, detenido el pasado viernes por las supuestas irregularidades en la gestión del IOR, dijo que actuó de buena fe y que solo quería hacer un favor a unos conocidos, que habían confiado 20 millones de euros a Giovanni Carenzio, bróker italiano, que también fue capturado.
Durante el interrogatorio en Roma, Scarano aseguró que solo fue un «intermediario» y que quería hacer «un favor a los primos Paolo y Cesare D'Amico» debido a la relación de amistad que lo une con la familia.
Los investigadores acusan a Scarano, perteneciente a la Archidiócesis de Salerno (sur de Italia), de dar 400.000 euros al excarabinero Giovanni Maria Zito, exagente de los servicios secretos italianos (AISI), también detenido, para que este llevara de vuelta a Italia, desde Suiza, fondos de la familia D'Amico.