China tomó recientemente una serie de medidas para que su moneda, el yuan, sea más utilizada en los intercambios internacionales, incluso si aún no es convertible, y para reducir su exposición al dólar norteamericano, según analistas.
Desde la crisis financiera de 2008, el mayor poseedor de reservas cambiarias del mundo ha diversificado sus inversiones y empujado a las empresas a pagar sus compras en yuanes con el objetivo de limitar el flujo de dólares que entra al país.
«La crisis del crédito en 2008 mostró a China que los pagos en yuanes reducirían la exposición del país a una súbita falta de liquidez», según un trabajo de los expertos Ben Simpfendorfer y Erik Lueth de Royal Bank of Scotland (RBS).
A pesar del éxito de los exportadores chinos, el yuan sólo desempeña un papel marginal en los intercambios internacionales, porque no es completamente convertible y el dinero no puede ser retirado de China con la misma facilidad con la que puede ser invertido en el país.
Los responsables chinos afirman querer que el yuan se convierta en una moneda de reserva, pero, según los analistas, no están dispuestos a levantar los controles cambiarios por temor a desestabilizar la economía, por ejemplo en caso de una rápida apreciación de su divisa ante el dólar que castigue a los exportadores.
Por otra parte, un acuerdo entre el banco central chino y la autoridad monetario de Hong Kong autorizó a los establecimientos bancarios de la ex colonia británica a utilizar los yuanes para los pagos entre empresas, abriendo la puerta a productos financieros en la moneda china.
El gigante de las comidas rápidas McDonald's fue la primera empresa no financiera en aprovechar la emisión de obligaciones en yuanes por un monto de 30.000 millones de dólares.