Al ritmo de «A mi lindo Ecuador» el primer mandatario, Rafael Correa, y una delegación de seleccionados, bailaron en la tarima que ayer se instaló en la Plaza Grande para rendir homenaje al combinado tricolor por su tercera clasificación a un mundial de fútbol.
Las palmas de los cerca de dos mil aficionados, que soportaron el intenso sol que primó en la mañana quiteña, acompañaron los acordes del grupo Pueblo Nuevo.
Esa fue la parte que más disfrutaron los presentes, quienes esperaron ansiosos e impacientes para saludar a los seleccionados. Muchos imaginaban ver de cerca al «Toño» Valencia y otros aguardaban por Jéfferson Montero. Sin embargo, pocos conocían que los «repatriados» ya habían abandonado el país el día anterior, por la exigencia que representan las ligas en las que actúan.
Por ello se sintieron decepcionados cuando del bus de la Selección solo descendieron cuatro elementos de las convocatorias: Enner Valencia, Pedro Quiñónez, Óscar Bagüí y Gabriel Achilier. El resto de ocupantes de ese transporte fueron dirigentes.
Casi treinta minutos atrás llegó el defensa del Deportivo Quito, Luis Checa, quien fue el primer jugador de la lista de invitados que hizo su arribo a la Presidencia. Tras informarse que el agasajo era primero en la tarima, descendió hasta ese lugar. Lo hizo sin problema porque pocos lo identificaron.
El exmundialista Iván Kaviedes también fue parte de los invitados y apenas se acercó a la Plaza Grande, las cámaras y algunas fans se le acercaron para pedirle un autógrafo. Accedió sin problemas y de inmediato se unió a las autoridades.
El ambiente que se vivió en la histórica Plaza de la Independencia se asemejó al que reina en los alrededores del estadio Atahualpa cada vez que juega la Selección, con vendedores intentando comercializar todo souvenir con el emblema tricolor. Los pósters y hasta calendarios del próximo año con la imagen de los seleccionados y del fallecido Christian Benítez, no faltaron. Tampoco faltaron los gritos de «Chucho, Chucho».
Tras un dispositivo de extrema seguridad que bloqueó por completo el acceso al Palacio de Gobierno por la calle García Moreno, descendió el presidente Correa y apenas subió a la tarima, se estrechó en abrazos con los seleccionados y dirigentes.
Cuando el Ministro del Deporte entregó ramos de flores como homenaje a los seleccionados, Correa lucía emocionado, más al recibir la camiseta autografiada con el número 16 que luce el «Toño» Valencia, así como un cuadro con la foto oficial de la «Tricolor».
El discurso del Presidente fue emotivo. Recordó brevemente la trayectoria de la Selección Nacional en el proceso eliminatorio rumbo a Brasil 2014. Destacó la tarea que cumplió el técnico Reinaldo Rueda y, sobre todo, el desempeño de los jugadores en todas las fechas disputadas tanto de local como de visitante.
«Este es un homenaje que les brinda todo el pueblo ecuatoriano por clasificar a Brasil 2014, pero si no lo hubieran logrado, algo igual les hubiese esperado por la entrega, sacrificio y patriotismo demostrado. Siempre fueron triunfadores, independientemente del marcador», señaló Correa, quien no mencionó nada respecto al pedido que hiciera minutos antes el ministro José Cevallos, de nacionalizar al estratega colombiano.
Cuando finalizó su intervención, arribaron los seleccionados que militan en Liga de Quito, como Édison Méndez, quien fue el encargado de dirigirse al público. «Me siento muy contento por esta muestra de cariño brindada», acotó el volante, que participó de las tres clasificaciones ecuatorianas a un evento mundial de balompié.
Tras el homenaje público, los agasajados se dirigieron al salón de banquetes de la Presidencia de la República. A este acto acudió también Liseth Chalá, quien agradeció las muestras de cariño que aún siguen tributando a su fallecido esposo, Christian Benítez.
El salón estuvo decorado con distintivos alusivos a la «Tricolor» y en el banquete se dio como entrada un coctel del mar. El plato fuerte fue costillas de cerdo con salsa BBQ de mandarina, junto a un souflé de yuca con mix de mango y arroz. Como postre se sirvieron unas islas flotantes de maracuyá, y tomaron vino blanco.