«Para Israel es un asunto de vida o muerte», dijo Gueorgui Mirski, del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales de Moscú, a la agencia de noticias rusa. «Cuanto más avance Irán en el enriquecimiento de su uranio, más favorable será la opinión pública israelí a un ataque contra ese país. Ese estado de ánimo podría perfectamente empujar al gobierno israelí a emprender una operación», que, en opinión de este experto, sería peligrosa.
Teherán insiste con que su programa atómico tiene un carácter puramente pacífico, pero Israel lo pone en duda y considera que las tecnologías nucleares iraníes constituyen una amenaza para la seguridad del Estado hebreo. En agosto pasado, cuando Irán puso en funcionamiento la central nuclear de Busher, construida con asistencia rusa, circularon muchas informaciones acerca de la intención de Israel de golpear los sitios nucleares iraníes (ver nota relacionada).
El 9 de junio pasado, el Consejo de Seguridad de la ONU votó un nuevo tramo de sanciones contra Irán. Luego hubo más medidas restrictivas adoptadas unilateralmente por los Estados Unidos, Japón, Canadá y la Unión Europea.
En un primer momento, Moscú anunció que, pese a las sanciones, entregaría los misiles S-300 que ya había acordado vender a Irán. Pero el 22 de septiembre modificó su posición y anunció la cancelación de esa venta.