Aún no se define la nueva fecha para la audiencia por la Acción de protección interpuesta por dos ciudadanas británicas, lesbianas, que quieren inscribir a su hija con sus apellidos.
Aunque ayer no se concretó el encuentro legal, los discursos a favor y en contra de la causa llenaron el juzgado. “Dios es Diosa… Dios es Diosa…”, gritaba Cayetana, integrante de la Fundación Causana, quien se ubicó afuera de las instalaciones del Palacio de Justicia para exigir el respeto a la diversidad sexual.
Al igual que otras personas, llegó para apoyar a Helen Bicknell y Niky Rothon, una pareja lesbiana que exige al Registro Civil (RC) el registro de su hija de cuatro meses con sus dos apellidos.
Las integrantes de la fundación conocen a la pareja y dicen que son muy responsables, por eso pidieron a Vicente Altamirano, juez cuarto de lo Penal, tomar en cuenta la demanda. La audiencia estaba prevista para las 15:00, pero ellas asistieron desde las 14:00, para colocar pancartas. Los pedidos fueron puntuales «Juez Altamirano, permite amor lesbiano», «Satya tiene dos madres, registren ya», «Que viva el Estado laico y diverso del Ecuador», coreaban.
Aunque la diligencia fue suspendida, la joven manifestante y una decena de amigas suyas se enfrentaron a gritos -y a veces con insultos- con un grupo de católicos.
Cayetana se puso afónica. A veces le faltaba el aire, pero nunca se calló. “Ustedes son unos amargados y yo me cago de la risa”, repetía saltando junto a un compañero transexual.
Con una Biblia en la mano, los miembros de un grupo católico, que pidieron no ser identificados, llegaron al lugar vestidos, todos, con blusa blanca y pantalón negro. Traían consigo carteles, rechazando la postura de las dos mujeres británicas.
Indignados, gritaban: «Padre y madre es derecho natural» y «Fuera del Ecuador el imperialismo homosexual». “Esto no es religión, es la Constitución”. Y continuaban las proclamas: “Nuestras leyes no contemplan dos mujeres inscribiendo a una niña”, gritaba indignado un ciudadano que no quiso dar su nombre, pero se identificó como “un ser humano con principios y casado con una mujer”.
Ninguna de las agrupaciones quería dejar el lugar. A ratos la discusión subió de tono, al punto de que una de las católicas quiso quitarle el parlante a Cayetana. En ese instante, varias de sus amigas le echaron agua y empezaron a lanzarse botellas.
Bicknell y Rothon no protagonizaron la protesta ni la gresca. Mientras se producían los enfrentamientos discursivos, ellas explicaban su postura. “Necesitamos salir del país, pero si no la inscribimos, no podemos viajar”, dijo Bicknell.
La polémica surge porque la Constitución reconoce la «diversidad sexual» y permite a los progenitores registrar a sus hijos con el nombre y apellido que deseen. Sin embargo, la ley del RC vigente solo permite registrar el apellido de un hombre y una mujer.