El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, alcanzó un acuerdo histórico con Irán para limitar su programa nuclear, pero él y otros líderes mundiales tienen ahora un trabajo duro por delante para convertir un acuerdo provisional en una solución.
Algunas diferencias surgieron entre el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y su homólogo iraní en su presentación pública de una parte clave del acuerdo – si Irán conserva el derecho a enriquecer uranio -.
Obama también tiene que convencer a su aliado Israel, cuyo primer ministro, Benjamin Netanyahu, denunció el acuerdo como un «error histórico», de que el pacto va a reducir y no aumentar la amenaza de su archienemigo Irán.
El mandatario también tiene que obtener el apoyo del Congreso de su país, incluyendo algunos en su propio Partido Demócrata, que han estado presionando por más sanciones contra Irán.
El acuerdo se logró en medio de la noche en las negociaciones en Ginebra entre Irán, Estados Unidos, China, Rusia, Francia, Gran Bretaña y Alemania.
El avance ganó el reconocimiento clave del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khameini, y marca un giro claro en la relación de Estados Unidos con Irán que ha sido compleja desde la Revolución Islámica de 1979, y por años ha estado marcada por la controversia sobre el programa nuclear iraní.
El avance del trabajo es considerado duro desde el acuerdo inicial, que fija un período de seis meses de límites al programa nuclear de Irán a cambio de hasta 7.000 millones de dólares en alivio de las sanciones, mientras que mantiene tanto el programa como las sanciones.
«Ahora comienza la parte realmente difícil y eso es el esfuerzo por conseguir un acuerdo abarcador, que requerirá de enormes pasos en términos de verificación, transparencia y responsabilidad», dijo Kerry mientras comenzaba una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña, William Hague, en Londres.