La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se reúne este lunes con líderes de manifestantes del Movimento Pase Libre, así como con gobernadores y alcaldes de las capitales para intentar calmar las protestas que en plena Copa Confederaciones llevaron a más de un millón de personas a las calles.
«Está convocada una reunión con todos los gobernadores (27) y los alcaldes de todas las capitales» de los estados del país, en el palacio presidencial de Planalto en Brasilia, informó a la AFP la Presidencia.
Antes, Rousseff se reunirá con representantes del Movimiento Pase Libre (MPL), que defiende la gratuidad del transporte público, y cuyas convocatorias en Sao Paulo hace dos semanas se contagiaron a protestas por todo el país.
«Ese gesto de diálogo que parte del gobierno rompe con el tratamiento a los movimientos sociales que ha marcado la política de esta gestión», destacaron los miembros del MPL en una carta divulgada en la prensa, sorprendidos con la invitación del gobierno a conversar.
Rousseff prometió a los brasileños un pacto con las autoridades de todo el país para mejorar los servicios públicos en un discurso a la nación el viernes, al día siguiente de históricas manifestaciones que llevaron a más de un millón de personas a las calles y que se han extendido por todo el país en las últimas dos semanas.
La mandataria recordó que está en manos del Congreso una medida para destinar a la educación el 100% de las regalías del petróleo que el Estado reciba.
Pero los manifestantes han dejado claro en decenas de miles de mensajes en las redes sociales que esperaban medidas más concretas para sus innumerables demandas, principalmente la lucha contra la corrupción y un transporte, salud y educación públicas de mejor calidad.
La mejora del transporte y un mensaje contra la clase política son las principales razones de las manifestaciones, reveló un sondeo de la encuestadora Ibope divulgado la noche del domingo en la televisión Globo. Esta encuesta muestra que 46% de los que salieron a la calle nunca había participado de una protesta.
Y a pesar de las críticas al fútbol, el 67% de los brasileños están en parte o totalmente de acuerdo para recibir el Mundial, que el país ya ganó cinco veces, según Ibope.
No obstante, muchos protestan por los 15.000 millones de dólares de dinero público que se fueron a los estadios para el Mundial 2014 y la Copa Confederaciones, que se disputa estos días, y que provocaron intensas manifestaciones coincidiendo con partidos de fútbol del torneo.
El sábado en Belo Horizonte, 70.000 personas marcharon hacia el estadio donde jugaban México y Japón. La protesta terminó con saqueos y enfrentamientos con la policía que dejaron más de 30 heridos.