Al menos 55 personas murieron y 372 resultaron ayer heridas, en dos ataques suicidas con coches bomba que sembraron el pánico y la desolación en un barrio de Damasco, donde no había habido un atentado tan cruento en los 14 meses de violencia interna en Siria.
Los ataques, que se registraron cerca de las 08:00 (hora local) de forma casi simultánea en la zona de Qazzaz, dejaron escenas apocalípticas: una mano, una pierna o partes de rostros destrozados quedaron esparcidos por las calles que luego fueron colocados en bolsas de nilón por los equipos de rescate ante la mirada atónita de sirios que deambulaban por la zona.
En el mismo sector, algunos buscaban a sus familiares en medio de los carros humeantes, entre ellos una abuela, turbada, que levantaba las manos hacia el cielo, mientras que un hombre gritaba: “Pobre Siria, pobres nosotros”, y otro quería saber qué le había ocurrido a su primo.
En más de cincuenta metros a la redonda, las fachadas de los edificios estaban destruidas, las carreteras destrozadas y por todas partes había coches con la carrocería derretida, autobuses despedazados y árboles abatidos al borde de la carretera en la que las explosiones han cavado profundos cráteres.
Tras lo acontecido, el Ministerio del Interior precisó, en un comunicado, que los dos vehículos llevaban más de 1.000 kilos de material explosivo y que a eso se debió la magnitud del desastre. El Gobierno acusó en su nota a grupos terroristas armados, apoyados por partes extranjeras, de la autoría del doble atentado y aseguró que perseguirá a los asesinos y a quienes los acojan, por lo que pidió la cooperación ciudadana para capturarlos.
En una carta dirigida a las Naciones Unidas, el régimen de Bashar al Asad aseguró que Siria es objeto de un complot terrorista, lanzado por organizaciones apoyadas financieramente y armadas por partidos que apoyan estos actos.
El Consejo Nacional Sirio (CNS), principal agrupación opositora en el exilio, por su parte, negó la implicación en los atentados y consideró que estos benefician al Gobierno.
En una conversación telefónica, el portavoz de la organización, Emad Hosari, manifestó que el CNS niega cualquier implicación en los atentados y pidió una investigación.
Estos ataques se producen en un momento que la comunidad internacional multiplica sus peticiones hacia las partes en conflicto en Siria para que no entren en una guerra civil. La tregua instaurada el 12 de abril no ha sido respetada, incluso los observadores internacionales desplegados en el país fueron blanco de un ataque el miércoles.
Los ataques en Damasco generaron una ola de rechazo entre la población del país, en las Naciones Unidas y en la comunidad internacional. Partidos políticos, asociaciones, sindicatos e instituciones condenaron en términos enérgicos estas acciones, informó la agencia de noticias siria SANA.
El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, condenó el doble atentado suicida y pidió tanto al Gobierno sirio como a la oposición “distanciarse” del terrorismo, según su portavoz Martin Nesirky.
De igual forma lo hizo el emisario de las Naciones Unidas y de la Liga árabe para Siria, Kofi Annan, quien los calificó de “inaceptables” y reiteró su llamamiento a respetar el cese de la violencia en el país árabe. En un comunicado emitido en Ginebra y distribuido en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, el diplomático ghanés lamentó la pérdida de vidas humanas. “Esos actos aborrecibles son inaceptables. La violencia en Siria debe terminar”, subrayó el emisario.
Estados Unidos también cuestionó enérgicamente los ataques. “Cualquier violencia que resulten civiles muertos o heridos es reprensible y no puede ser justificada”, expresó la portavoz del departamento de Estado, Victoria Nuland.
Rusia, España y otros países se sumaron a la condena. El secretario general de la Liga árabe, Nabil al Arabi, advirtió ayer que los atentados en el sur de Siria tendrán consecuencias graves en el futuro de la misión de observadores de las Naciones Unidas desplegados actualmente en el país.