Anónimo, sin mucha pantalla internacional y menos con la categoría de favorito, llegó el atleta ecuatoriano Jefferson Pérez un día como hoy hace 15 años a ubicarse en la cima del deporte mundial, cuando ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atlanta (EEUU).
Fue la mañana del 26 de julio de 1996, en el que el marchista tricolor logró la primera medalla olímpica para el país, al cruzar primero la meta en el estadio Olímpico Centenario de Atlanta, en la distancia de 20 kilómetros. En el podio le escoltaron el ruso Ilya Markov y el mexicano Bernardo Segura.
Aquella proeza dio paso para que la fecha se designe como Día Nacional del Deporte en el Ecuador, que se conmemora hoy.
Un siglo había pasado desde los primeros Juegos Olímpicos, Atenas 1896, en cuyo tiempo Ecuador no conocía esos lauros, hasta que un joven cuencano sorprendió al planeta.
Es más, cuando Pérez debía recibir la presea dorada en el podio, el comité organizador tuvo complicaciones para encontrar la bandera del país, al igual que el himno, pues el andarín azuayo llegó con la expectativa con la que suelen llegar los ecuatorianos para los ojos extranjeros: como un participante más.
Pero después de la hazaña parecía que se rompió “un maleficio” para los ecuatorianos deportistas, que luego se popularizaron con triunfos panamericanos como los de las pesistas esmeraldeñas Alexandra Escobar y Seledina Nieve, además de las clasificaciones mundialistas de la selección nacional de fútbol, entre otros logros.
Sin embargo, Jeff ya conocía antes de Atlanta los lauros mundiales. Celebró un título juvenil en Seúl (Corea del Sur) en 1992 y obtuvo la medalla de bronce dos años antes en el Mundial Juvenil de Atletismo de Plovdiv (Bulgaria).
Actualmente su nombre es reconocido desde América hasta Europa, gracias a sus consagraciones: tricampeón mundial con los títulos de París 2003, Helsinki 2005 y Osaka 2007, además de las medallas olímpicas de Atlanta 1996 (oro) y Beijing 2008 (plata).
En su red social, el “andarín de oro” recordó sus momentos de un día antes de la consecución de la medalla. Así, alrededor de las 08:00 de ayer (25 de julio) escribió: “Hace 15 años… Desayunando para ir al último entrenamiento antes de competir”.
A las 11:00: “Hace 15 años… Luego de entrenar fuimos a buscar uniforme porque no tenían en la delegación ecuatoriana” (…) Hace 15 años… Me acababan de informar que mi hermano, quien se había pagado sus gastos totalmente, no tiene habitación donde dormir”.
Cerca de las 13:00 del lunes escribió: “Pasaba por una pizzería comiendo algo, luego que habíamos conseguido al fin el uniforme de mi talla para competir el día siguiente”.
Se prevé, que Pérez, ya retirado de la competencia oficial, continúe reseñando este martes sus instantes previos a la caminata de 20 km en los Estados Unidos, 15 años atrás.
DESPUéS DE LAS PISTAS
Al retirarse oficialmente de la competencia atlética, Jefferson Pérez se proyectó como empresario. Incluso lanzó un cuento infantil sobre su niñez, ‘Nardo y los zapatitos de oro’, escrito por la periodista Sandra López, con el apoyo del ex atleta.
“Algunos libros no autorizados se han publicado respecto a Jefferson Pérez. Sin embargo, he intentado que la ciudadanía, incluso cuando yo practicaba deporte, conociera un poco más al ciudadano, al que tiene tristezas, que se deprime, que a veces puede ser perseverante, otras puede ser un poco vago”, expresó el mismo Jefferson, en entrevista concedida a la Agencia Andes en diciembre pasado.
La intención de Jeff es mostrarles en su cuento a los pequeños que una persona que trasciende, ya sea como autoridad o como una persona popular, antes es “un ser humano inofensivo y que fue desconocido”.
¿Por qué Nardo? Su nombre completo: Jefferson Leonardo Pérez Quezada. Hasta los 13 años le conocieron como Leonardo Pérez. Fue a partir de la secundaria, cuando sus compañeros y profesores le llamaron por su primer nombre, Jefferson.
Pero entre los amigos de barrio, de la infancia siguió siendo Leonardo, mientras que dentro de su hogar es Nardo, como diminutivo de Leonardo.
Jefferson Pérez, de 37 años, quien concluyó su carrera de Administración de Empresas y ahora estudia Marketing Deportivo, también se perfila a seguir con las competencias atléticas, por intermedio de su empresa JP Sport Marketing, que también representa a atletas.
Después de las pistas también pudo “reflexionar” por las carreteras de la provincia del Azuay sobre su motocicleta, algo que se ofreció a sí mismo, pero que su intensa carrera deportiva le impedía.