El Bono de Desarrollo Humano (BDH) no solo consiste en otorgar una mensualidad a los sectores menos favorecidos. Se trata de un pago emparentado con un conjunto de beneficios para grupos específicos de personas en situación de pobreza, adultos mayores y discapacitados, explicó Fander Falconí, titular de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades), quien argumentó por qué este subsidio es factor fundamental que ha ayudado a reducir la pobreza en Ecuador.
El presidente Rafael Correa reiteró que el Gobierno subirá el bono de 35 a 50 dólares, en enero de 2013. La inversión sería financiada de utilidades de la banca que ascenderían a más de 240 millones de dólares.
Durante el conversatorio “Los 100 Logros de la Revolución Ciudadana”, realizado la semana pasada, Falconí indicó que el incremento va más allá. Y es que la asignación de esta mensualidad se articula a un gran programa de crédito para generar oportunidades. Estimó que en esta administración se han desembolsado hasta 800.000 créditos.
En 2005 había 1’125.004 personas beneficiarias, de las cuales 906.285 fueron madres, 211.175, adultos mayores y 7.544 personas con discapacidad. Hasta septiembre de este año, los favorecidos llegan a 1’899.531, de los cuales 1’202.978 son madres, 581.283 adultos mayores, 86.385 personas con discapacidad y la atención se amplió a 28.885 niños con discapacidad.
La ayuda se otorga bajo un criterio de corresponsabilidad: los representantes de familia tienen la obligación de enviar a sus hijos a estudiar, acudir a controles de salud y garantizar la permanencia de los estudiantes en sus planteles. Para la socióloga y catedrática de la Universidad Católica de Quito, Natalia Sierra, esta mensualidad es un “bono de caridad” que forma parte de una “política para sostener medianamente la vida de las personas”. Sugirió que estos deberían apoyar la producción comunitaria más no generar “pequeños consumidores”. “Debería ser un bono para crear proyectos productivos, comunitarios, ahí el bono fortalecería el aparato productivo en función de las necesidades del mercado interno”.
Falconí enfatizó que este sistema no se contempla como una “dádiva” o un bono de pobreza -como fue denominado en 1998 en el régimen de Mahuad-, sino como un factor reductor de la desigualdad. Según el informe del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), entre 2006 y 2011, 940.050 personas salieron de la pobreza gracias al subsidio. “Hemos medido que el bono ayudó 4 puntos en la reducción de la pobreza de los 9 puntos de caída entre diciembre de 2006 y diciembre de 2012”, dijo.
Pabel Muñoz, subsecretario de Democratización del Estado, añadió que el BDH está asociado como un paquete de tres prestaciones con una plataforma de inclusión social. Estos son los Créditos de Desarrollo Humano, las pensiones para adultos mayores y con discapacidad y el Programa de cobertura de protección familiar (seguro de vida y servicios exequiales). Agregó que el bono también se puede convertir en un estímulo de inversión financiera. “Se puede transformar el bono en un crédito a entidades productivas”.
Uno de los factores inmersos es la inversión para el incremento de la mensualidad. En declaraciones a Gama TV, Doris Soliz, ministra de Inclusión Económica y Social, informó que el aumento del bono provendrá de importantes ganancias de la banca, por lo cual ya se realizan los estudios de factibilidad.
Víctor Hugo Albán, presidente del Colegio de Economistas de Pichincha, manifestó su preocupación ante la medida y que este rubro implicaría a la banca gran afectación. Así concluyó el Colegio de Economistas, que analizó la propuesta de Correa en una reunión efectuada en el Centro de Investigaciones Económicas.
“La banca ya está pagando un impuesto (por el bono) y la creación de otro impuesto significa que habrá problemas con la banca. Habrá una salida de capital y eso afecta a la producción”, señaló.