En los años 50 el dólar surgía como una moneda confiable y se convertía en el pilar de la economía mundial. Con la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 1972, se expandió internacionalmente y fue la base para los tipos de cambio y cotizaciones del mundo.
Seis décadas después, a pesar de la creciente debilidad de la economía estadounidense, un déficit exterior galopante y una deuda inadmisible de cerca de 17 billones de dólares, la divisa sigue ejerciendo su hegemonía mundial aunque los inversores ya no tengan la misma fe.
Los países exportadores de petróleo, junto con las grandes economías asiáticas, empezaron a incluir el euro en sus enormes reservas, en detrimento del dólar. Algunos, como Irán, pensaron cobrar el crudo en euros por razones económicas y políticas. En su momento, cuando el dólar caía fuertemente en el mercado respecto a otras monedas (euro y yen), Ecuador también pensó acudir a la moneda europea para hacer sus transacciones petroleras, pero no pasó del simple enunciado.
La crisis financiera iniciada con las hipotecas en agosto de 2008 desembocó en la temida recesión mundial, que azota, principalmente, a la región transatlántica y acentuó el perfil bajo del dólar frente al euro y el yen, que también se debilitaron, pero en el caso del euro ha vuelto a resurgir, aunque no a los niveles de su época de bonanza. La semana anterior se cotizaba un euro en 1,333 dólares; dos años atrás esa relación era de 1 a 1,630, 1,650, y en enero de 2013 valía alrededor de 1,305 dólares.
Por su parte, el yen sigue los movimientos del Banco de Japón para devaluar su moneda y favorecer sus importaciones, cuando se necesitan menos yenes para importar o pagar en dólares.
Pero el «billete verde» no se deprecia con relación a las divisas de las economías emergentes, en parte, por el rol que desempeña como moneda de referencia. Para Paul Donovan, de la Unión de Bancos Suizos (UBS), el papel del dólar como moneda en la que se acumulan reservas «está en franco declive». «Al dólar le va a suceder algo parecido a lo que le pasó a la libra esterlina (Inglaterra) hace 90 años», augura.
Lo grave de EE.UU. es su déficit, que bordea los 750 mil millones de dólares, más del 5% del Producto Interno Bruto (PIB). Y su deuda es más grande que el monto de la suma de las obligaciones de los países en vías de desarrollo.
La nación subsiste gracias a los créditos otorgados por Alemania y países de Asia y, sobre todo, a las reformas del FMI, por lo que no se espera una debacle de la divisa, según expertos nacionales e internacionales. Pero China ya no está dispuesta a ayudar a EE.UU. y ahora prefiere invertir en bonos de países económicamente emergentes, además de la concesión de préstamos a naciones europeas y de América Latina, principalmente Ecuador.
En estos días llegará a Quito el nuevo crédito chino de 1.200 millones de dólares para invertir en los sectores estratégicos, como el hidroeléctrico, con lo cual la nación cambiará su estructura energética.
Pablo Guijarro, de la Agencia Federal de Investigaciones (AFI) de México, sostiene que es evidente el declive del dólar por la propia desaceleración de la economía estadounidense y porque las autoridades de «medio mundo» han empezado a diversificar sus reservas. Pero ese es un proceso que viene de lejos y va a seguir siendo muy gradual. «El dólar débil le viene de lujo a Estados Unidos: sus exportaciones son más baratas y permiten rebajar el déficit exterior».
Christopher Monckton de Brenchley, exasesor de la exprimera ministra de Inglaterra, Margaret Thatcher, dijo que cada segundo, el Gobierno de Estados Unidos gasta 64 mil dólares que no tiene, pero la cuestión de la cifra «no es si colapsa, sino cuándo sucederá».
Para Ecuador, que dolarizó su economía en septiembre de 2000, esto tiene un efecto dominó en las exportaciones que las vuelve más competitivas. «La suerte financiera que corra el dólar será la misma que corra nuestro país», afirma el analista económico Fidel Márquez.