Un solo grito invadió este domingo las calles guayaquileñas: “Barcelona campeón”. La explosión amarilla, que comenzó el pasado miércoles cuando ganó el título luego de la derrota de su escolta Emelec, se prolongó hasta hoy en cada centímetro de la geografía Huancavilca y del país. Su ídolo por fin había dado la ansiada vuelta olímpica que le fue esquiva desde hace catorce años.
La fiesta no fue solo de los hinchas de un equipo, fue del pueblo. En la isla Trinitaria, el Guasmo, Bastión Popular, el Suburbio, la Bahía, y muchos otros barrios populares y residenciales no faltó una bandera amarilla flameando en cada balcón, pared de caña o en los postes de alumbrado público.
Nadie quiso quedarse sin celebrar. Fueron catorce años de espera, de malos resultados, de dirigencias desatinadas que tuvieron, incluso, al borde de perder la categoría al equipo más popular del fútbol ecuatoriano.
La fiesta central fue en el Coloso del Salado, como se conoce al estadio Monumental de Barcelona, donde desde la noche del sábado se concentró una muchedumbre para asegurar su ingreso y no perderse la coronación del equipo amarillo. Y su equipo no los defraudó: venció 3 a 1 al descendido Olmedo y ratificó su condición de justo campeón al ganar las dos etapas del campeonato nacional.
Pero la fiesta no terminó allí. Para muchos recién empezaba, pues faltaba la tradicional Caravana del Campeón por las calles guayaquileñas, algo que es como una ley en la que los jugadores retribuyen el cariño a su gente.
Fue una marea amarilla la que se tomó las calles, lo que hizo complicado el tránsito vehicular. La avenida Barcelona, el puente El Velero, la calle Clemente Ballén, la avenida Quito, la Nueve de Octubre y sus vías aledañas se transformaron en ríos de gente amarilla ávida por ver el paso de sus ídolos.
Todos querían estar cerca de los jugadores y darle su “Gracias Campeones”. Al grito de “un solo ídolo tiene el Ecuador, Barcelona campeón, Barcelona campeón”, los dos buses descapotados en los que viajaron los jugadores y dirigentes se abrieron paso entre la multitud a menos de 5 Km/h. A ese paso parecía que la caravana nunca iba a terminar.
Muchos periodistas en sus transmisiones coincidían en que jamás habían vivido una fiesta similar luego de la consecución de un campeonato nacional. Alguno se atrevió a calificarla de “furia contenida barcelonista”.
Otros, en cambio, bromearon indicando que “como quisieran algunos políticos tener el poder de convocatoria que tiene el Barcelona Sporting Club”.
En la tribuna montada en la intersección de las avenidas Quito y Nueve de Octubre, los jugadores del Campeón saltaron y celebraron al ritmo de la música alusiva al equipo que ha ganado más títulos nacionales.
“Esto es maravilloso. Mis hijos por primera vez ven a su equipo campeón y vine a acompañarlos”, expresó Luciano Moreira, quien llegó desde el sector de La Pradera, en el sur de la ciudad, a las celebraciones.
Carlos Tobar, en cambio, llegó con un grupo de amigos desde Machala, en la provincia de El Oro, a participar de los festejos. “No pude estar en el estadio, pero me llevo este recuerdo de haber estado en la caravana”, expresó con voz ronca de tanto gritar por su equipo.
Pese a la prohibición de la venta de bebidas alcohólicas los domingos, los hinchas las consiguieron para celebrar el título. Hasta “bielas express” (cervezas en carretilla) se ofrecieron. Tampoco faltaron las comidas rodantes. Ese es el ingenio del comerciante informal para llevar dinero a sus hogares.
Luego de más de cinco horas de caravana, la comitiva amarilla retornó en medio de la multitud al Monumental. Pero la fiesta para muchos continuó en cada portal y en cada barrio guayaquileño. “Es que solo Barcelona es capaz de unir a todas las clases sociales”, exclamó el hincha Jorge Reyes.