Jóvenes de veinte colegios obtuvieron promedios que van desde los 700 a 812 puntos sobre 1.000, en el examen -preparado por la Secretaría Nacional de Educación Superior- para ingresar a las universidades. Dicha evaluación es parte del Sistema Nacional de Nivelación y Admisión (Snna), establecido por la Secretaría Nacional de Educación Superior, Ciencia, Tecnología e Innovación (Senescyt).
Por otro lado, el 24% de los bachilleres que realizaron el examen lo reprobó, al obtener una nota inferior a 550, definida como el mínimo para ingresar a cualquiera de las cinco carrera escogidas, según la Senescyt.
Algunos egresados aún recuerdan las 120 preguntas del examen. Por ejemplo, Tatiana Valencia, recién graduada, de 18 años, hace un receso en la práctica del baile para una quinceañera, para explicar que sacó 510 puntos porque se le hizo imposible responder en un minuto cada pregunta que planteaba problemas numéricos. “En dos me demoré diez minutos, no hice el resto y salí mal”, cuenta.
Ella piensa presentarse a la próxima prueba que plantee la Senescyt, porque quiere ser contadora pública autorizada.
Con los testimonios de los estudiantes, que hablan de pruebas donde tenían que buscar “sinónimos, antónimos y significados de refranes”, “Problemas de razonamiento con números” y “Series de formas que tenían que ser completadas”, este diario consultó al psicólogo y especialista en planificación curricular Guillermo García, quien luego de revisar los dos ejemplos de preguntas enviados por la Senescyt, explica que estas pruebas permiten medir la capacidad que tienen los jóvenes para realizar determinados aprendizajes.
“En las preguntas que piden buscar sinónimos y antónimos, el estudiante debe tener una familiaridad con la estructura del lenguaje y del vocabulario”, señala.
Aquellas pruebas que contienen problemas numéricos también analizan los conocimientos básicos de aritmética y evalúan la habilidad de los jóvenes para manipular las estructuras, explica.
Las pruebas de razonamiento lógico no requieren, en cambio, de conocimiento previo, pues plantean un análisis puro de la estructura, que presenta formas que deben ser colocadas en secuencia.
García analiza tres posibles escenarios en los resultados de las pruebas. “Si una persona tiene calificaciones bajas en la prueba numérica o en la de lenguaje y obtiene una nota alta en la de razonamiento lógico, significa que su capacidad intelectual es alta, pero no se ha cultivado”.
“Puede que el colegio o la escuela no le hayan ofrecido una educación adecuada, incluso desde las bases más elementales que se desarrollan en el pre-escolar”.
García reconoce que en algunos casos, más allá de los esfuerzos que realice el colegio, los estudiantes pueden tener otras dificultades personales que “hipotecan su pensamiento y anclan su inteligencia en otras problemáticas, lejanas a la educativa”.
Cuando los estudiantes tienen altas calificaciones en las pruebas de lenguaje y matemáticas, pero no alcanzan el puntaje necesario en razonamiento lógico, “puede ser que el chico no entendió las respuestas o que estaba muy desesperado con la prueba”, explica García.
¿Y qué pasa cuando los puntajes son insuficientes en todos los exámenes? “Se debe hacer un serio plan remedial; los jóvenes necesitarán el apoyo de su familia y de alguna institución que implemente espacios donde ellos puedan, no en menos de medio o un año, completar los vacíos que deben llenar”.
“Hay elementos que si no los aprendiste en un determinado momento, cuesta más esfuerzo incorporarlos porque no tienes una buena base”, explica el especialista, quien también ha participado en la elaboración de pruebas de aptitudes vocacionales en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil.
“Todas estas pruebas son gestálticas, porque presentan figuras que mantienen cierta coherencia, y hay que trabajar con las estructuras para realizarlas”, precisa.
Los bachilleres de 20 colegios alcanzaron las mejores notas
Un listado difundido por la Senescyt detalla que los estudiantes de 20 colegios fiscales, municipales y particulares alcanzaron las calificaciones más altas en las pruebas de admisión.
120 ex alumnos del Instituto Nacional Mejía participaron en el examen y obtuvieron un promedio de 748 sobre 1.000. Los bachilleres conforman el grupo más grande que se presentó al examen, por colegio.
Para Carlos Calderón, vicerrector de la entidad, «las labores de enseñanza con metodologías pedagógicas y tecnológicas han sido clave, pero también contamos con la predisposición de los estudiantes».
5.450 jóvenes estudian actualmente en el colegio Mejía, en jornadas diurnas y nocturas.
En el tercer año de bachillerato hay 250 alumnos en la mañana y 120 en la noche.
“No somos lanzapiedras, como nos han dicho de forma despectiva, nosotros tenemos clubes culturales y deportivos, nuestra educación es amplia”, opina Rodrigo Limaico, que tiene 18 años y estudia la especialidad de Químico-Biológico.
Los ex alumnos del colegio Quitumbe también tuvieron un desempeño satisfactorio en la prueba.
Dieciséis egresados que participaron en el examen del Sistema Nacional de Nivelación y Admisión obtuvieron un promedio de 756 sobre 1.000.
Este colegio tiene 1.435 alumnos y 90 se encuentran actualmente cursando el tercer año de bachillerato.
Jorge Vela, rector del plantel, explicó que una de las fortalezas de la institución es lo que él llama “formación acompañada”.
El colegio cuenta con un programa denominado “área de Salud Integral”, que funciona así: Si un estudiante tiene un rendimiento bajo en sus calificaciones, debe asistir a un proceso de nivelación los sábados.
Además, indicó Vela, en la institución se imparten talleres focalizados para los padres de familia, en donde reciben charlas sobre prevención en el uso de drogas, buenos hábitos de estudio, maltrato intrafamiliar, entre otros.
La Senescyt divulgó que los alumnos que sacaron las notas más altas en los colegios particulares son del Sebastián de Benalcázar, Cardenal Spellman, Técnico Experimental de Aviación Civil, Unidad Educativa Eugenio Espejo, entre otros (ver cuadro).
Para Sor Teresa Barba, rectora del colegio Spellman, el que las graduadas de su colegio hayan aprobado el examen de ingreso responde a que en la institución se realiza un seguimiento de las acciones académicas de las estudiantes.
Las catorce graduadas del Spellman obtuvieron un promedio de 812 sobre 1.000.
“En el caso de que las alumnas tengan malas calificaciones, organizamos una entrevista interdisciplinaria entre la tutoría, las autoridades y los docentes”, explicó la rectora.
El teniente Guliano Ortiz, vicerrector Administrativo del colegio de Aviación Civil, otro de los veinte mejor puntuados, considera que la educación impartida en el plantel no solo se enfoca en los contenidos del currículo, sino que además busca desarrollar en los alumnos otras habilidades. “Ellos asisten a cursos de fútbol, básquet, también a talleres artísticos”, dice.
Todas las autoridades consultadas por este medio de comunicación coincidieron en que ninguna institución preparó a los estudiantes para el examen del SNNA, pero aseguran que los docentes han dado bases académicas sólidas. No hay otro “secreto” ni fórmula mágica.