Benedicto XVI hizo ayer un llamado para que en Siria cese el derramamiento de sangre y se emprenda “sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación”, y pidió que se ayude a los refugiados que huyen de la violencia en el país asiático.
Ante más de 150.000 personas, que llenaron en una mañana soleada la plaza San Pedro del Vaticano, el Papa pronunció el Mensaje Pascual en el que repasó la situación del mundo y aseguró que la resurrección de Cristo devuelve al hombre su dignidad.
Benedicto XVI subrayó que la resurrección testimonia la victoria de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio y de la misericordia sobre la venganza y aseguró que en este mundo la esperanza “tiene que ajustar cuentas” con la dureza del mal, “ya que no es solamente el muro de la muerte que la obstaculiza, sino más bien las aguzadas puntas de la envidia, del orgullo, la mentira y la violencia”.
Su pensamiento se detuvo en Siria, “para que cese -imploró- el derramamiento de sangre y se emprenda sin demora la vía del respeto, del diálogo y de la reconciliación, como auspicia también la comunidad internacional”.
“Que los numerosos refugiados provenientes de Siria y necesitados de asistencia humanitaria encuentren la acogida y solidaridad que alivien sus sufrimientos”, dijo el papa Benedicto.
Desde hace más de un año el país es escenario de violentos enfrentamientos entre las fuerzas gubernamentales y grupos armados alentados desde el exterior y apoyados por potencias occidentales y países árabes. Tras el inicio del conflicto aumentó el éxodo de miles de personas que huyen hacia Turquía, Líbano y Jordania.
El enviado de la ONU para Siria, Kofi Annan, pidió que cese la violencia en el país sirio. Urgió a todos los bandos del conflicto en Siria a trabajar para la instauración de un cese del fuego completo a partir del próximo jueves.
El emisario llamó a “todos los Estados con influencia sobre las partes a ejercerla ahora para asegurar el fin del derramamiento de sangre y el inicio del diálogo” y ratificó que mantiene “constante contacto con el Gobierno sirio”.
En una declaración emitida en Ginebra y distribuida en la sede de la ONU en Nueva York, el diplomático ghanés se manifestó alarmado por reportes del incremento de la violencia en pueblos y ciudades, lo que consideró inaceptable.
La pasada semana, el Obispo de Roma envió una suma de 100.000 dólares para la acción caritativa de la Iglesia Católica en Siria en favor de la población afectada, independientemente de sus creencias.
El Santo Padre también instó ayer a la comunidad internacional a movilizarse contra las guerras y peligros que azotan el planeta y reiteró la cercanía de la iglesia a cada situación humana de sufrimiento e injusticia.
Con la mirada siempre puesta en Oriente Medio, alentó al pueblo iraquí a no escatimar ningún esfuerzo para avanzar en el camino de la estabilidad y del desarrollo y abogó una vez más para que en Tierra Santa israelíes y palestinos reemprendan el proceso de paz.
El papa Ratzinger tuvo, asimismo, palabras de aliento para las comunidades cristianas que sufren persecuciones y discriminaciones a causa de la fe, como en Nigeria, “teatro en los últimos tiempos de sangrientos atentados terroristas.