¿Qué funciones tiene una Ley de Comunicación?
Tiene varias funciones y cosas por resolver. Por ejemplo, que la manipulación, la tergiversación y el engaño no quede impune, ni sea gratis. Escudados en la libertad de expresión, algunos periodistas pueden mentir, engañar, insultar, hacer política e incluso conspirar para derrocar gobiernos. Hay que crear mecanismos para que no se pueda mentir; hay que desarrollar una estructura comunicacional alternativa de medios públicos que no deben depender de un gobierno ni de un partido, sino que deben buscar mecanismos de pluralidad, de participación de toda la sociedad, algo que nunca van a tener los medios privados; y hay que desarrollar el periodismo comunitario. Además, hay que intervenir económicamente en sanear el panorama de los privados. Algo que ya hace Ecuador es impedir que determinados sectores económicos, como el de la banca o el de los hidrocarburos, sean dueños de medios. La Ley de Comunicación puede prevenir 3 elementos: que no haya concentración, que las empresas no distorsionen el rigor informativo y el apoyo a medios alternativos.
Para la ciudadanía, ¿por qué es importante contar con una Ley de Comunicación?
¡Bienvenido!
Una normativa en este sentido tiene que existir. Había un tópico que decía: 'la mejor ley de comunicación es la que no existe', eso se decía en mi país durante la dictadura. Es decir bajo ese sistema, ninguna ley es buena, pero cuando hay democracia la ciudadanía establece normas frente al dinero de los empresarios. Eso quiere decir que si la ciudadanía cree que debe haber normas sobre la sanidad, las carreteras y escuelas, de igual forma, debe decir cómo se debe hacer la información. Aquí es una de dos: o manda el ciudadano que se refleja en leyes, o mandan los dueños de la información, que son los grupos de comunicación. Solo existe un modo de ejercerse la voluntad ciudadana: a través de la legislación, que es aprobada por las instituciones democráticas.
¿Qué es lo que debe exigir la ciudadanía en este sentido?
Hay que intentar, a toda costa, que el periodismo no se utilice como agente de intervención política. Muchas veces, incluso, con carácter subversivo. Todo eso ayudará a que la política sea política y el periodismo, periodismo. Hay que explicar a la ciudadanía y a todos los colectivos que es falso que esa gente está preocupada por la libertad de expresión, sino por su oligopolio mediático, por su derecho a la censura y por su atajo de intervención política.
La libertad de expresión, ¿hasta dónde son insultos que requieren rectificación y hasta qué punto se los puede tolerar?
Las acusaciones gratuitas no son libertad de expresión, son libertad de pensamiento. En Europa, por ejemplo, cuando hacen la apología del holocausto, es una ideología, o dibujar la cruz esvástica en la pared. Eso es delito en Alemania. En España, en cambio, el código penal señala que toda información que afecte negativamente la imagen de la Casa Real es un delito, incluso, así sea verdad. Esa sí es una limitación a la libertad de expresión. Para que un país viva en democracia, el ciudadano tiene que saber la verdad. En un país en que pueden publicarse mentiras con absoluta impunidad, no se va a diferenciar la verdad de la mentira. Allí se estaría aplicando censura como la más cruel de las dictaduras y no tendríamos un ciudadano libre.