Ecuador aún asume realidades preocupantes. Según el Ministerio de la Política, 6 de cada 10 mujeres denuncian violencia intrafamiliar. Los datos revelan que en los hogares, los derechos femeninos son alterados por la simple condición sexual. Paradójicamente, la inclusión de las mujeres en el ámbito político administrativo tiene un fondo alentador, pues en este campo, ellas cubren más del 25% de participación. A ello se suma el interés de gremios feministas, que, el pasado 15 de marzo, se unieron a exigir su integración en las decisiones progresistas del país.
Verónica Zurita, alcaldesa de Santo Domingo de los Tsáchilas, aseguró un progresivo incremento de la participación de las mujeres en los últimos años, ya sea en cargos de elección popular, así como en la representación de cuerpos colegiados y en cargos directivos en el sector público. En este foro, las participantes también reconocieron que aún existe desigualdad entre géneros. Por ejemplo, en los sectores políticos, la presencia de los hombres es predominante.
Sin embargo, las políticas hasta ahora planteadas, impulsadas desde el Plan Nacional del Buen Vivir, hacen un esfuerzo para equiparar esta tendencia. El décimo objetivo de este Plan es «garantizar la participación pública y política» de los ecuatorianos, colocando metas que anualmente alcancen objetivos más específicos. Uno de ellos planteaba «Alcanzar el 30% de la participación de las mujeres en cargos de elección popular al 2013». Para lograrlo, la Secretaría de Planificación y Desarrollo (Senplades), socializa el objetivo entre los actores de los partidos y movimientos políticos. La presencia de mujeres que figuraban entre los candidatos a dignidades públicas en las elecciones pasadas, da certeza a la política de Senplades.
Los cambios burocráticos también impulsan mejoras en la economía. Diario El Comercio, en su edición del lunes 18 de marzo, publicó un informe que muestra un florecimiento de la clase media ecuatoriana, gracias al aumento de los ingresos en los hogares.
En la publicación, Carolina Reed, presidenta de Habitus, empresa de Estudios de mercados y culturas, atribuyó este cambio a la participación de la mujer en el campo laboral, ya que su incorporación produce un beneficio económico, además del habitual, generado por el padre de familia. Para Raad, el beneficio es gracias a la inserción de las mujeres en la educación superior.
Este criterio es compartido por Alexandra Guerrero, quien asegura que en el caso de la violencia intrafamiliar, ésta existe cuando la mujer tiene poca educación académica. Ante ello, «las políticas de Estado deberían alcanzar una inclusión de la mujer en las universidades, ya que de lograrlo, en su futuro, aumentarían sus ingresos para beneficio individual y familiar y con ello un mejor vivir», afirma Gloria Zambrano, estudiante universitaria. Guerrero por su parte, alega que muchas mujeres aún son dependientes de sus parejas. Para ella, trabajar, ser madre y ser esposa, significa sentirse bien consigo misma y «encontrarle más sentido a la vida».