“Aquí canoa, choferes sin licencia”, reza en un letrero pintado sobre una casa ubicada donde termina la calle Santa Elena, a orillas del estero Puerto Liza. El rótulo, ubicado en una pared de madera, también especifica los turnos de los “choferes” que encontraron trabajo, indirectamente, con la remodelación del puente de la A.
Desde que el Municipio de Guayaquil comenzó la restauración del viaducto en el Suburbio oeste, el cual fue desmontado completamente, hubo algunas modificaciones en el sector.
Varios negocios decayeron por el cambio de las rutas de las líneas 45, 32, 38-1, entre otras, que generaban un alto flujo de transeúntes en el área. No obstante, otros se fortalecieron, como el transporte de canoas, que surgió porque hay personas que prefieren pagar entre $ 0,10 y $ 0,25 para cruzar el estero en tres minutos, antes que tomar un bus y desviarse cerca de 15 cuadras para atravesar la ribera, en aproximadamente 20 ó 30 minutos.
Alrededor de las 14:00 de un día laborable, Manuel Blanco, de 52 años, se come un cebiche de camarón como almuerzo, mientras descansa antes de seguir transportando personas en canoa.
Pero meses atrás, cuanto aún estaba el puente, en vez de estar saboreando el producto costeño a esa hora, era uno de los que se encargaba de capturarlo estero arriba para comercializarlo.
“Ahora alquilo la canoa a $ 5 el día. Tiene capacidad para 25 personas por viaje, por lo que en tres vueltas, cuando está llena, ya tengo la renta diaria”.
Manuel y su hermano Eduardo cubren turnos de 12 horas cada uno (de 06:00 a 18:00 y de 18:00 a 06:00) para sacar mayores ganancias por el negocio que terminará cuando el puente esté habilitado nuevamente. Esto es, según la nueva prórroga del Cabildo, dentro de cuatro meses.
Los pasajeros que más demandan la utilización del transporte son los estudiantes, que pagan $ 0,10 (los adultos, $ 0,20). En los feriados y fines de semana el valor es $ 0, 25, en general.
Carlos Orejuela, habitante del Suburbio oeste, al igual que Blanco se dedicaba a la pesca hasta junio de 2011 en el estero Puerto Liza. Con la marea alta, pescaba bagre y lisa, en la zona anexa al denominado Estero del Muerto, donde termina Puerto Liza.
Sin embargo, por escasos 30 metros -de orilla a orilla-, Orejuela obtiene $ 0,15. Para él resulta más rentable este negocio, aunque se mostró reacio a revelar su ganancia neta. “Gano como mil dólares”, bromeó.
Tres personas establecieron sus negocios temporales de transporte en canoas (los hermanos Blanco y Orejuela) desde que en junio del año pasado el puente de la A es remodelado.
Al otro lado del ramal
Sin embargo, no todos los comerciantes del sector se sienten beneficiados como los canoeros con la interrupción de la vía que conduce hacia las calles 10, 11 y 12.
Según Manuel Zambrano, quien más habita en Pancho Segura y la 10 desde hace más de dos décadas , en la orilla en que vive (ribera este) el comercio fue afectado, incluso algunos negocios han cerrado.
“La actividad comercial está del otro lado (ribera oeste), porque allá los buses hacen estación”.
Efectivamente, en el sector que señala el ciudadano, se estacionan las líneas 93, 128, 90, 50, entre otras; y allí hay mayor número de locales que en el lado en que se encuentra Zambrano.
Segundo Márquez, quien vive en el sector desde que era niño, cambió su negocio de venta de yogur hacia el lado de las estaciones de buses.
“De ese lado (calle Otavalo en la ribera este) tenía de vecinos a unos colombianos y una panadería que les dejaba ganancias de hasta $ 700 mensuales, pero hasta ellos cerraron por la falta de demanda”.
Actualmente, el comerciante hace gastos adicionales desde junio del año pasado, pues invierte $ 0,60 extra por el traslado de sus hijos, en canoas, hacia el colegio Otto Arosemena, y además paga por los servicios de las tricimotos.
Anteriormente, cuando estaba habilitado el puente, las embarcaciones cobraban entre $ 0,15 y $ 0,20 para trasladar a las personas hacia el extremo de Puerto Liza, pero cuando fue desarmada la estructura, el valor se incrementó, según precisa Márquez, a $ 0,25 y $ 0,30.
Este mes concluyó la hincada de los 20 pilotes del viaducto que sostienen los cuatro cabezales del pueste; ahora, en el sitio, se realiza el montaje de las 45 vigas.
Se han instalado una barca y una grúa hidráulica, y más de 30 obreros colaboran en la colocación y montaje de las piezas mencionadas.