El Presidente de la República, Rafael Correa, durante una visita realizada al nuevo hospital Eugenio Espejo de Quito, se quejó ante las autoridades del ramo sobre lo que consideraba un espacio mal utilizado, pues los servicios de consulta externa y emergencia lucían saturados.
Los pacientes protestaron en su presencia por la espera, mientras médicos y enfermeras no dejaban de registrar nuevos ingresos.
La visita del Primer Mandatario dejó nuevamente en evidencia la crisis hospitalaria, que la atribuyó a la mala utilización de los espacios que podrían acoger a más pacientes.
Solo en agosto de este año en la casa de salud fueron atendidos 1.084 pacientes hospitalizados, de quienes 436 ingresaron por consulta externa y 648 por emergencia.
Pero la disponibilidad es de 377 camas en todas las especialidades y otras 66 en emergencias, cuidados intensivos, diálisis y terapia respiratoria. La meta es incorporar 37 más hasta fines de año.
Por eso el Presidente de la República lamentó el desperdicio de espacio. De hecho en el nuevo hospital, el piso siete era utilizado como bodega hasta hace varios días.
Cuando el personal del Ministerio de Salud le explicó al gobernante que el edificio contiguo no puede ser tocado porque fue declarado Patrimonio de la Humanidad, el Jefe de Estado contestó que en muchas partes del mundo hospitales centenarios continúan atendiendo a los pacientes normalmente.
Por ejemplo, en Guayaquil, el hospital Luis Vernaza, de la Junta de Beneficencia también tiene decenas de años en funcionamiento y es uno de los más concurridos de la ciudad y todos sus espacios son utilizados plenamente.
El Primer Mandatario agregó que no se puede anteponer el valor histórico de un edificio a la vida humana y la atención a la salud de los ciudadanos. Era evidente que durante la visita los usuarios aprovecharon para quejarse repetidamente con el Mandatario por la falta de atención y de medicinas.
Sin embargo, en una entrevista realizada por el canal privado Ecuavisa, el ex alcalde de Quito y hoy asambleísta opositor, Paco Moncayo Gallegos, defendió la declaratoria de patrimonio y criticó en duros términos la gestión del Ejecutivo.
Dijo que cuando la Alcaldía se hizo cargo la estructura estaba en ruinas y hoy, cuando constituye un ejemplo de recuperación, el Jefe de Estado quiere intervenir.
Sin embargo, Augusto Barrera, actual burgomaestre de la capital, indicó que la situación puede reveerse. Si el contrato de comodato se revisa, entonces las partes del hospital antiguo podrían nuevamente cubrir las necesidades de los pacientes, que actualmente se agolpan en un reducido espacio.
En 2007, la Alcaldía de Quito, bajo la administración de Paco Moncayo, declaró como patrimonio el hospital Eugenio Espejo que fue construido, en 1901, en pleno Centro Histórico de la capital.
En 1992 la estructura fue abandonada, ya que en ese año se inició la construcción de un nuevo edificio para acoger a los pacientes y a las distintas salas médicas. Mientras que, los servicios sanitarios se trasladaban a la estructura contigua, la vieja casa era abandonada.
El ex Fondo de Salvamento (Fonsal) del Municipio capitalino acondicionó y restauró el lugar, con una inversión de casi trece millones de dólares. Actualmente funciona un centro de convenciones que abrió sus puertas al público en 2008, a través de un contrato de comodato entre el Municipio capitalino y el Ministerio de Salud Pública (MSP).
Algunos pabellones del antiguo nosocomio albergan oficinas administrativas; en ese lugar incluso trabaja personal de la Misión Manuela Espejo, manejada por la Vicepresidencia de la República.
Pero gran parte del viejo hospital, luego de ser restaurado, lo ocupa el Centro de Convenciones, que en dos años, según cálculos, ha realizado más de 650 eventos con más de 240.000 asistentes.
El conjunto arquitectónico tiene 19.244 m² de edificación, de los cuales la parte administrativa y áreas exteriores suman 7.528 m²; 9.047 m² de construcción constituyen los cinco bloques, la capilla y la pasarela.
“Llevo dos días en emergencias esperando una tomografía”, contó Germán Pilataxi, de 51 años.
Según el Departamento de Estadística, la demanda de pacientes supera en un 40% la capacidad del hospital, una cifra que se refleja en las llamadas que, al mes, recibe el call center: de 16.081 solo 11.272 consiguen una cita médica. Y los turnos que ahora se entregan son para diciembre y enero del 2012.
Para los funcionarios de la institución, la saturación no es simplemente un tema de espacio. “Este es un hospital de especialidades, pero aquí llegan a diario decenas de personas con gripe estacional que podrían atenderse en un centro de salud. Esos turnos y camas podrían destinarse a pacientes graves”, dijo un empleado administrativo que no quiso dar su nombre.
No obstante, los planes de ampliación son integrales. A más de la readecuación de las áreas de traumatología y cirugía general que se realizan en este momento, también se incorporarán, hasta fines de año, 180 médicos especialistas (ahora son 173) para todos los servicios.
Por la posibilidad de rehabilitar el actual Centro de Convenciones Eugenio Espejo (antes hospital), como un punto de atención médica, se estima que ahí se podrían colocar unas treinta y siete camas, pero las dificultades son otras.
Por estar en pleno centro de la capital, al hospital lo rodean la Maternidad Isidro Ayora, la Asamblea Nacional y la Facultad de Medicina de la Universidad Central.
La proximidad con otras entidades públicas ha convertido a la zona en una de las más concurridas de la ciudad. Es común que las ambulancias sean obstaculizadas por taxis y buses de las doce cooperativas de transporte público que circulan por la avenida Gran Colombia.
En la zona también funcionan laboratorios clínicos y centros médicos privados que prestan servicios de rayos X, ecografías y otros exámenes que el hospital no puede realizar sea por exceso de pacientes o por avería de las máquinas.
Paralelamente, las farmacias también se concentran en la zona porque cubren el déficit de medicamentos o insumos del hospital y la maternidad.
A todo esto se deben sumar que el hospital Eugenio Espejo no solamente está rodeado de instituciones como la Asamblea Nacional, sino que está clavado en el Centro Histórico de Quito.
En esta zona las calles son angostas y muchas están rellenas de piedras, lo que dificulta el tránsito de las ambulancias y de los pacientes.