La pesadilla empezó en las calles Tungurahua y Portete, suroeste de Guayaquil. Un hombre armado abordó un bus de la línea 117 y amenazó de muerte al chofer. Diez antisociales más siguieron la acción delictiva y a punta de pistola secuestraron a las seis únicas pasajeras.
Una por una, a empujones y con el cañón de las armas de fuego apuntando sus espaldas, las mujeres bajaron del micro. Dos automóviles, uno de ellos Chevrolet Aveo gris, esperaban junto al carro de transportación pública.
Las víctimas, en dos grupos de tres, fueron obligadas a subir a los autos, los cuales rodaron con dirección al Centro Cívico, al este de la urbe porteña.
Dos cuadras antes, bajo el paso a desnivel de la calle José de Antepara, los vehículos con el grupo de malhechores y las mujeres se detuvieron.
“Me violó debajo del puente y grité y grité y nadie me ayudó en el sector”, narró una de las ultrajadas en una denuncia presentada en la fiscalía adjunta a la Policía Judicial del Guayas.
En el documento la perjudicada asume que el conductor del carro de pasajeros actuó en complicidad con los delincuentes.
En la zona donde supuestamente ocurrió la violación masiva nadie vio ni escuchó nada. “Por mi portal ni se acercan porque en la noche suelto a mis perros”, expresó un habitante del lugar.
Una anónima ama de casa asumió que si el delito sucedió “tuvo que darse del lado de la calle Colombia, frente a los bloques multifamiliares del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) y junto al puente, porque ahí siempre roban y es oscuro”.
Un tendero, del otro lado del paso elevado, tampoco observó nada anormal la noche del sábado. “El ir y venir de borrachos y ladrones por aquí es frecuente. En los asientos de la zona regenerada del lado de la calle Venezuela siempre roban, pero ese día nada de nada”, manifestó el comerciante.
José Cuesta Farfán, gerente de la cooperativa Trans-Guayas, a la cual pertenece el bus de la línea 117, se mostró sorprendido por el hecho. Aseguró no conocer la novedad.
Cuesta indicó estar abierto a cualquier investigación contra los choferes de la organización que representa y reveló que la noche de los ultrajes sexuales, entre las 20:30 y 21:30 por la zona rodaron los colectivos con los discos 943, 987, 933, 986, 983, 963, 967, 969, 971, 977, 980, 972 y 978.
“Ningún chofer me comentó ni denunció sobre el secuestro de las mujeres”, mencionó.
El desconocimiento del hecho también fue notorio entre cinco choferes consultados en la estación de la línea de buses, ubicada en la vía Perimetral y la 23, zona del Negro Jessy.
Sin embargo, los conductores reconocieron que a lo largo de la calle Tungurahua, desde Gómez Rendón hasta Portete, siempre ocurren asaltos.