En tres de los siete homicidios que se registraron en Guayaquil la primera semana de octubre las víctimas fueron mujeres. Los datos se desprenden de las denuncias que llegaron a la Fiscalía adjunta a la Policía Judicial del Guayas entre el domingo y el jueves pasado.
El asesinato de una joven profesional de 21 años cobró notoriedad la semana pasada, por la forma en que se produjo el hecho. María Fernanda F. fue asesinada la noche del pasado martes. Su cuerpo fue hallado con el cráneo destrozado, presumiblemente por golpes con martillo, en el baño de un departamento de la urbanización Lomas de Urdesa, en el norte de Guayaquil.
El departamento era arrendado por Robert C., de 39 años, a quien la familia de la joven lo identificó como el ex novio. El cuerpo de María Fernanda fue encontrado por uno de los hermanos del sospechoso del asesinato.
La familia de María Fernanda mencionó que ella y Roberto C. mantuvieron una relación sentimental de seis meses, que la joven habría terminado hace tres semanas. Los familiares aseguraron que el ex novio se obsesionó con la muchacha luego de que la ella decidiera romper con él. «Después de que se alejó, él la llamaba todo el tiempo, la acosaba», dijo uno de los familiares de la joven.
Otro asesinato similar se registró un día antes, la noche del lunes pasado. Una joven mujer fue asesinada dentro de un gabinete de belleza, ubicado en un barrio urbano marginal en el norte. Viviana C., de 26 años, recibió tres disparos -uno de ellos en la cabeza- de un desconocido. Un hermano de ella acusó al ex conviviente del asesinato. Viviana murió frente al menor de sus hijos.
El femicidio -el homicidio cometido contra una mujer por su condición de género- no está tipificado como tal en el Código Penal ecuatoriano. Por ello, la Fiscalía indaga estos crímenes de acuerdo con sus agravantes. «Si se determina que la joven (María Fernanda) fue asesinada por celos podría ser un agravante del delito, porque se presumiría que hubo ensañamiento», explica Diana Cueva, fiscal de la Unidad de Violencia Sexual e Intrafamiliar de la Fiscalía del Guayas.
La Fiscalía carece de cifras que precisen en cuántos de los homicidios registrados en Guayaquil, las víctimas fueron mujeres. Las denuncias tampoco detallan el grado de afinidad del victimario.
En Guayaquil, entre enero y septiembre de este año, se denunciaron 240 homicidios, un promedio de casi 26 por mes.
Hasta ayer se desconocía si en el asesinato de María Fernanda hubo también violación. La fiscal Cueva dice que, de confirmarse aquello, el caso pudiera ser indagado por una de las cinco unidades de Violencia Sexual de la Fiscalía de Guayaquil.
«La violencia intrafamiliar es la antesala a la sexual, y de allí se pasa a cometer asesinato», dice.
Cada una de las cinco unidades de Violencia Sexual de la Fiscalía recepta un promedio de 12 denuncias por semana.
Pese a que el Código Penal no tipifica el femicidio como delito, sí determina penas mayores cuando el homicidio se ha cometido con ensañamiento o alevosía, o si el autor del crimen es el cónyuge.
Según estadísticas de la Unidad de Delitos contra las Personas, de la Fiscalía del Guayas, de las 499 denuncias recibidas por homicidios en Guayaquil en el 2010, en un 5% de los casos el asesino era un conocido de la víctima.
El mayor Juan Carlos Rosas, jefe del Departamento de Violencia Intrafamiliar del Distrito de la Policía de Guayaquil, menciona que muchos casos de femicidio ocurren porque la víctima no denuncia a tiempo a su agresor. En esa unidad policial se investigan alrededor de 1 000 denuncias mensuales de violencia intrafamiliar.
El Plan de Erradicación de la Violencia de Género presentó los datos de un monitoreo de los asesinatos en el 2009. El 64% de los crímenes fue de mujeres.
Beatriz Bordes, presidenta de la Fundación María Guare, organización que presta apoyo y atención a víctimas de la violencia de género en Guayaquil, dice que los casos de femicidio son el resultado de víctimas que optaron por no denunciar a sus agresores. «A veces las propias víctimas de la violencia de género exigen que terceros no intervengan, por miedo a represalias de sus parejas.
Eva Cevallos/ Directora del área de Salud Mental del CEPAM
'La celopatía debe ser tratada'
El femicidio es el resultado de la violencia machista, que lleva a que los varones sientan que las mujeres son objeto de posesión.
Se trata de personas que no han logrado entender que una relación de pareja es una relación de igual a igual, con derechos a su identidad y autonomía.
Tener un vínculo afectivo con alguien no conlleva a que yo pierda mi capacidad de ser una persona con mi propio derecho.
Una persona celópata es una persona posesiva, que no da espacio a la otra, que tiene una actitud coercitiva y 'objetiviza' a la otra, la convierte en un objeto de su pertenencia. El celópata podría identificarse como una persona con escasa autoestima y un elevado sentido de inseguridad.
Con medidas de tipo legal no vamos a reducir estos delitos. El machismo está bien interiorizado en hombres y en mujeres.