“Cuando escuchamos que iban a abrir la represa La Esperanza no dormimos esperando que llegara el agua”, recuerda Dolores Bazurto, moradora de la comuna El Juncal, perteneciente a Tosagua, cantón que también resultó afectado por el invierno.
Así como a ella, el miedo invadió a los más de 300 habitantes de esa localidad, donde desde hace un mes los caminos son lodazales. “Lo perdimos todo: maíz, arroz, plátano, maní y los animalitos que teníamos se ahogaron”, lamenta David Bazurto, un adulto mayor de 78 años que padece de artrosis en las rodillas.
El panorama al cruzar por la vía que conduce a El Juncal es desolador. Plantas de maíz y de banano están derrumbadas y los cerdos y burros, que visten el color del barro, buscan entre la maleza algo con qué alimentarse.
A sus dueños les apena verlos, pero ellos también pasan por una situación crítica. “Necesitamos raciones alimenticias, nosotros comíamos de lo que sembrábamos, ahora que no hay nada tenemos que conformarnos con comer una sola vez al día”, cuenta Eusebio Zambrano.
Pero el lodazal no es el único problema que aqueja a los habitantes de Tosagua. En los barrios El Recreo, Las Palmas, Nuevo San Roque y Zapotal, en Calceta, el agua de los ríos Canuto y Carrizal mantiene anegadas las viviendas desde hace más de tres semanas.
Cubierta por un manto verde, de una pequeña hoja denominada “mondonguillo”, que causa escozor en la piel, el agua invadió viviendas y obligó a unas 50 familias residentes de la zona a movilizarse a los albergues habilitados en la escuela Eugenio Espejo y la Universidad Técnica de Tosagua o a buscar posada con parientes y amigos. El total de albergados asciende a 120 personas, según confirmaron las autoridades.
“Aquí nos hemos quedado quienes no tenemos a donde ir y además por miedo de perder nuestras cosas. El martes aprovecharon los ladrones para meterse a las casas vacías y llevarse lo que más pudieron”, relata Carlos Medranda, dirigente de la zona.
Otro problema que sufrieron fue el corte de energía eléctrica que duró dos días. “Todo lo que teníamos en la refrigeradora se dañó y ahora salgo todos los días a comprar algo hasta que me alcance el dinero, pues con esta situación yo he dejado de trabajar ya hace una semana”, relata el agricultor Eusebio Cedeño.
Otra preocupación también son las enfermedades. En El Juncal y El Recreo ya se han presentado casos de dengue e infecciones instestinales y en los albergues el temor por la proliferación de mosquitos es alto.
Según personal del MIES y el Municipio de Tosagua, la atención para las zona afectadas llega todos los días con raciones de comida y la elaboración de un censo para conocer el número real de damnificados y su condición real.
No obstante, los perjudicados señalan que los funcionarios acuden al sitio y solo toman fotografías. Por esa razón, solicitan la presencia de la alcaldesa Elba González.
Mientras tanto la situación en la ciudad de Calceta comienza a normalizarse con la disminución de la cota de la represa La Esperanza y la presencia de lluvias menos fuertes.