En una audiencia ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes del Congreso, el director de la NSA, el general Keith Alexander, defendió esos programas y sugirió que algunas de sus herramientas podrían haber ayudado a evitar los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Esos programas, uno que recopila registros de llamadas domésticas y otro conocido como PRISM de espionaje informático que se extiende más allá de las fronteras de EE.UU., son objeto de debate desde que Edward Snowden, un extécnico de la CIA y la NSA, los sacó a la luz.
El director de la NSA defendió hoy ante los congresistas la efectividad de esos programas y alertó de que desclasificarlos por completo causaría «un daño irreversible» a la seguridad de EE.UU. y de sus aliados.
Alexander prevé dar detalles de los más de 50 planes terroristas abortados a los miembros del Congreso en una sesión a puerta cerrada este miércoles.
El director adjunto de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI), Sean Joyce, dio hoy algunos detalles y afirmó que entre los ataques evitados figuran uno para poner una bomba en la Bolsa de Valores de Nueva York y otro contra el metro de esa ciudad del que ya se había informado previamente.
El supuesto complot para atentar contra la bolsa neoyorquina implicó a un «extremista» localizado en Yemen y a otra persona ubicada en Kansas.
Por el caso para atentar contra el metro fue condenado el año pasado a cadena perpetua en una corte federal de Brooklyn el neoyorquino Adis Medunjanin, de ascendencia bosnia y relacionado con Al Qaeda.
Joyce citó también el caso de un individuo que pretendía atentar contra un periódico danés que publicó unas polémicas viñetas de Mahoma y el de otro ciudadano en San Diego que tenía contacto indirecto y estaba dando financiación a un grupo terrorista extranjero.
Durante la audiencia el subsecretario de Justicia de EE.UU., James Cole, defendió en particular el programa que recopila registros de llamadas y sostuvo que proporciona al Gobierno la misma información que aparece en una factura telefónica.
«No estamos escuchando las llamadas de nadie», insistió Cole.
Por su parte, Alexander defendió que cuando hay algún «error» en los programas de espionaje la queja correspondiente se eleva a la corte encargada de supervisar la aplicación de la Ley de Vigilancia de la Inteligencia Extranjera (Fisa).
Las autoridades de la NSA y el FBI que comparecieron hoy coincidieron en alertar de que las filtraciones de Snowden han provocado un daño «irreversible» a Estados Unidos.