Decenas de miles de estudiantes chilenos volvieron el miércoles a las calles para exigir mejoras educacionales, conscientes de que el tema de la enseñanza está en el discurso y en el programa de todos los candidatos que pretenden ganar las elecciones presidenciales del 17 de noviembre.
Uno de los máximos líderes estudiantiles pidió incluso al presidente Sebastián Piñera que si en su mensaje al país el próximo 21 de mayo no incluye proyectos apoyados por los jóvenes, «mejor que los borre», mientras otro advirtió que las movilizaciones continuarán.
La segunda marcha del año convocada por los líderes universitarios y secundarios se inició con gigantescas columnas de alegres jóvenes caminado con banderas de colores, carteles demandando mejor educación y otros que preguntaban «¿Pagar por un derecho?» y múltiples coreografías en las que los jóvenes representaron bailes de los pueblos andinos al ritmo de tambores.
La marcha, que recorrió unas 30 cuadras, se desarrolló con tranquilidad hasta un escenario donde hablaron sus líderes y hubo un espectáculo cultural. Cuando se desarrollaba el acto, a pocas cuadras apareció un puñado de encapuchados que empezó a atacar a la policía, que los dispersó con chorros de agua y gases lacrimógenos. Los propios estudiantes se esforzaron por frenar a los vándalos. En la refriega un periodista de 'CNN Chile' recibió una pedrada en la cabeza lanzada por un sujeto con el rostro cubierto, según informó el canal estatal '24 horas'.
Los encapuchados arrancaron señales de tránsito, apedrearon policías y hasta quemaron una caseta de un guardia en las cercanías del escenario, mientras los estudiantes que marcharon se fueron rápidamente del lugar, lo que impidió que los vándalos se mezclaran con los alumnos, como en otras ocasiones.
Según la policía, desfilaron unos 35.000 jóvenes, y unos 80.000 según los organizadores. Para observadores independientes acostumbrados a reportar estas manifestaciones, hubo unas 60.000 personas. Se estima en poco más de 50 los detenidos, pero no hay cifras oficiales.
Los estudiantes chilenos iniciaron sus movilizaciones en el 2011 cuando doblegaron la mano del presidente Sebastián Piñera, quien impulsó proyectos que eliminaron los usureros préstamos bancarios a los universitarios y aumentaron el número de becas para los más desposeídos.
Sin embargo, los jóvenes exigen más y su meta es la educación pública, gratuita y de calidad. A su vez reclaman el fin del lucro en los establecimientos educativos que reciben aportes del Estado.
El tema de la educación está en el discurso de todos los precandidatos que aspiran a triunfar en las primarias del 30 de junio para convertirse en el representante único de la centroderecha y de la centroizquierda en los comicios presidenciales del 17 de noviembre y también en la de un puñado de candidatos que aspiran a competir en noviembre, sin pasar por el colador de fines de junio.
Los jóvenes no comparten algunos proyectos oficiales en educación y abogan por un Estado docente y no subsidiario, como el actual.
La ley que permitió crear universidades privadas fue impuesta en 1981 por la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990) cuando el Poder Legislativo estaba disuelto. Sin embargo, la norma precisaba que los planteles superiores no debían lucrar con la enseñanza.
La parte referida al lucro fue violada por los directivos de muchas universidades privadas que crearon mecanismos para retirar ganancias, por ejemplo, sociedades inmobiliarias dueñas de edificios que arriendan a las mismas universidades de las que son propietarios.