Los jóvenes que se graduarán en las universidades estadounidenses en 2014 no llevan reloj y creen que Beethoven es un perro y Miguel ángel un virus informático, según el estudio College Mindset publicado hoy por la Universidad de Beloit.
Los alumnos que están a punto de ingresar en las universidades estadounidenses también consideran que el correo electrónico es «demasiado lento», acostumbrados como están a teclear mensajes en sofisticados teléfonos móviles, y muy pocos de ellos saben escribir en cursiva.
El estudio se deriva de la encuesta que cada año, desde 1998, los profesores de la Universidad de Beloit (Wisconsin) Tom McBride y Ron Nief hacen a los alumnos que están a punto de entrar en su centro universitario, y que les sirve para elaborar una lista de los 75 puntos de referencia culturales que han definido a esa generación.
Según la encuesta, los estadounidenses preuniversitarios siempre han tenido ordenadores en casa, aunque los primeros que conocieron, los de principios de los 90, están ahora en museos.
«El lenguaje digital siempre ha formado parte de su ADN cultural», aclara la lista, que subraya que estos adolescentes usan sus móviles como reloj y están acostumbrados a tener una oferta de 500 canales de televisión por cable, aunque sólo vean unos pocos.
Para ellos, Clint Eastwood es un director 'oscarizado' y sensible, un estereotipo muy alejado del tipo duro de «Dirty Harry» (1971) que se grabó en las mentes de sus padres.
También creen que Checoslovaquia nunca ha existido, que las empresas norteamericanas siempre han hecho negocios en Vietnam, que los automóviles coreanos siempre han circulado en su país y que EE.UU., Canadá y México siempre han estado ligados por un Tratado de Libre Comercio.
Los dos millones de alumnos que entrarán en septiembre en la educación superior tampoco recuerdan ningún tipo de competición entre estadounidenses y rusos por la conquista del espacio, de acuerdo con la encuesta.
La lista College Mindset, creada originalmente «como una forma de recordar a los profesores las referencias culturales de cada año», se ha convertido, según sus creadores, en «un catálogo de formas de ver el mundo, que cambian a
velocidades tremendas con cada generación».