El tratado de cooperación científica respecto a elementos radiactivos es la nueva estrategia de la oposición ecuatoriana para desvirtuar el trabajo del gobierno en materia de desarrollo. Al hecho desmentido de una supuesta triangulación de dinero con Irán se suma el acuerdo de cooperación con Rusia.
La comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Nacional debe aprobar o desaprobar la firma de ese acuerdo. Sin embargo, los agoreros del desastre repiten un discurso que, avalado por los medios mercantiles, está lejos de concretarse.
Fernando Bustamante, presidente de la comisión legislativa, explicó a la agencia de noticias Andes que el objetivo principal del tratado es tener el acceso a conocimiento que permitirán mejorar las capacidades tecnológicas del país.
El artículo 7 y 11 del acuerdo de cooperación son claros al someterse a la legislación interna y los marcos internacionales de no proliferación de armas nucleares. Los asambleístas han hecho gala de ignorancia. Han dicho, por ejemplo, que Ecuador ha firmado un convenio por $30 millones con Irán para la explotación de uranio.
Federico Auquilla, viceministro de Minas del Ministerio de Recursos Naturales no Renovables, consideró desmesurado el tratamiento político respecto del tema de la existencia o no de uranio en el país.
Negó que exista en el país un interés de utilizar este mineral radioactivo como fuente de energía, pues ningún estudio ha demostrado hasta el momento la existencia en valores importantes de ese material y los estudios existentes son todavía prospectivos, lo que convierte en un irresponsabilidad –según su criterio- hablar de explotación de uranio y peor de una era nuclear en el país.
Fernando Bustamante dijo a Andes que el Ministerio de Recursos no Renovables certificó que no existe información sobre la existencia de uranio en el país.
El extremo de la ridiculez del argumento opositor radica en que Ecuador se convertiría en un basurero nuclear. El hecho de que este sea un año electoral es razón más que suficiente para que la oposición busque pantalla en los medios para escandalizar sin fundamentos.
De hecho, un informe de la Comisión Ecuatoriana de Energía Atómica (CEEA) da cuenta del historial de la prospección de uranio, que entre 1964 y 1976 ejecutó tres programas de análisis que fueron realizados por la Dirección Nacional de Geología y Minas y la Escuela Politécnica Nacional, con el aporte del PNUD y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).
En esos ocho años, los investigadores barrieron 17.300 km2 mediante radiometría aérea (que mide la radiación de la superficie) en Manabí, Guayas y Cuenca. Posteriormente, hicieron la medición de radiación con unos equipos llamados contadores Geiger, que son portátiles y se utilizan por rigor en las facultades de geología de cualquier universidad.
Ese estudio cubrió 10.000 kilómetros de carreteras y caminos. De este modo, alcanzaron a cubrir 117.000 km2 de áreas de cordillera.
Lo que no ha dicho la oposición es que la exploración inicial puede durar hasta cuatro años. Sin embargo, Ecuador no está ni siquiera en una fase de prospección avanzada. Si el uranio que hay en Ecuador fuese para el tratamiento, la etapa de exploración avanzada dura cuatro años, que pueden ser prorrogables hasta dos años más. Este proceso, que es inicial, implicaría un trabajo de 10 años. Pero hay más.
Una tercera fase preliminar hizo geoquímica de 8.200 km2 de la franja de la cordillera norte, centro y sur del país. Los resultados de esa época arrojaron que “apenas el 15% fueron reconocidos con resultados deficientes por carecer el Estado de estructuras técnicas adecuadas a esos fines”. Eso concluye el informe de minerales radioactivos en el Ecuador.
Entre 1977 y 2007, el Estado transfiere la prospección de uranio a la CEEA, que recibe apoyo técnico de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) y de la Organización de Estados Americanos.
A principios de la década de los 80 (1980 y 1982) el grupo investigador hace una nueva prospección radiométrica autoportada (usando los contadores Geiger) a lo largo de 12.000 km de carreteras del país. Hasta 1984, se desarrolla el proyecto que hace una prospección de minerales radioactivos en Macas. Esto se complementa a la prospección regional en el área de Zamora, emprendida en 1982.
Los bajos precios del uranio de la década de los 90 determinó la suspensión de los estudios. Sin embargo, sí se encontró un depósito de uranio-vanadio en el cerro Puyango; no obstante, sus mediciones dieron como porcentaje entre 150 partes por millón y 300 partes por millón.
Federico Auquilla asegura que esas proporciones son insuficientes para adentrarse en una siguiente fase de estudio. “Ecuador no conoce si existe suficiente uranio, no tiene interés en explotarlo y el Estado no ocultaría información a la ciudadanía”, concluye el funcionario.