Tras la interrupción de 40 minutos por lluvia y una vez que el techo de la cancha central estuvo cerrado, nada pudo impedir que el ya legendario suizo Roger Federer ganara ayer su séptimo título de Wimbledon.
Federer doblegó 4-6, 7-5, 6-3 y 6-4 al escocés Andy Murray, y no solo igualó la plusmarca que compartía con el mítico estadounidense Pete Sampras, sino que a partir de hoy recupera luego de dos temporadas el primer lugar de la clasificación mundial, desplazando al serbio Novak Djokovic.
Cuando un tiro de derecha salió fuera por amplio margen para el match point, Federer se desplomó en el césped con lágrimas, luego de 3 horas y 24 minutos de juego. Se levantó rápidamente y fue a estrecharle la mano a su adversario en la red.
Ahora, Federer cuenta con 17 títulos en los torneos de Grand Slam en su palmarés, otra plusmarca en la que había superado a Sampras (14) hace tres años.
“Es impresionante, Sampras fue mi héroe. Alcancé a mi ídolo, todavía no me lo creo. La verdad es que nunca dejé de creer en mi tenis, durante el torneo todo funcionó a la perfección, es un sentimiento mágico”, comentó el suizo.
Murray, quien comenzó dominando, perdió ante el hombre de todos los récords –y al que ya muchos consideran el mejor tenista de todos los tiempos– la posibilidad de lograr el primer título del Grand Slam para Gran Bretaña, lo que hizo Fred Perry por última vez en 1936.
“Jugué, probablemente, mi mejor tenis. Siempre dije que rendía mejor en semifinales y en la final”, dijo Federer al público luego de alzar el trofeo de campeón.
“No puedo estar más feliz. Se siente genial volver a estar aquí como ganador, es un gran momento. Es lindo tener este trofeo de vuelta después de tres años”, agregó.