La violencia de género es un problema histórico en el Ecuador. En el 2007, el presidente de la República, Rafael Correa, declaró a la erradicación de la violencia de género como prioridad nacional y dispuso a las varias instituciones del Estado crear un plan interinstitucional para acabar con estas prácticas que se dan, principalmente, contra las mujeres, niñas y adolescentes del país, pero también en contra de miembros de la comunidad GLBTI.
La máxima expresión de violencia de género es el femicidio, que es acabar con la vida de una persona por el hecho de ser mujer, más allá de las circunstancias que rodearon su vida. Inicia por la noción equivocada de que una mujer es culpable de forma intrínseca y, por lo tanto, merece ser castigada por expresar su sexualidad. Este pensamiento esta enraizado en muchas culturas y en América Latina y Ecuador desemboca en discriminación y violencia hacia el género femenino.
El caso de Karina del Pozo evidencia un problema socio cultural que las y los ecuatorianos no hemos sido capaces de afrontar y que, por el contrario, hemos alimentado hasta el punto de naturalizar este tipo de acciones aberrantes. Esto se puede observar en la opinión pública en redes sociales y hasta en los titulares de ciertos medios, que le otorgan relevancia a la vida sexual de la víctima, lo cual puede generar la idea de que la víctima provocó la agresión por su forma de expresar su sexualidad, una idea peligrosa que siempre está detrás de los crímenes de violencia de género.
Según Priscila Cabrera, asesora en temas de género del Ministerio del Interior, el crimen cometido contra la joven modelo no obedece a un tema de inseguridad ciudadana, se trata de un delito conocido como femicidio, entendido como el asesinato a una mujer por el hecho de ser mujer, con características especiales que generalmente implica un desprecio y un odio específico hacia las mujeres.
Para la sicóloga Angélica Palacios, profesional en protección de delitos sexuales, es momento de dejar de hablar de inseguridad y de asuntos que no conducen al origen de estos actos. La violencia contra la mujer es algo que se debe discutir a nivel nacional:
«Este caso no debe ser tratado como de inseguridad pública. No es en lo público que ocurre totalmente. Este es un tema de relación de poder que está inmerso en el sistema familiar, laboral, fraternal y social. La responsabilidad de la sociedad, en este y otros casos, es haber generado una legitimidad de las acciones del hombre, quien se hace dueño de la sexualidad de la pareja, que la satisface a toda costa, incluso al punto de quitarle la vida a un ser humano. Este caso debe ser tratado como lo que es: un femicidio». A. Palacios
De acuerdo a las versiones de los implicados en el caso de Karina del Pozo, que se recogen en el proceso judicial, uno de los presuntos autores del asesinato habría sido la ex pareja de la mujer de 20 años y otros dos que formaban parte de su círculo social. La legitimidad de propiedad del hombre sobre el cuerpo de la mujer, y el menosprecio que tienen ciertos hombres hacia las mujeres se encierra en la frase que uno de los implicados dijo en la escena del crimen: «¿quieren ver como se asesina a una prostituta?».
Acción estatal
La lucha contra la violencia de género, según Cabrera, es una deuda que el Estado ha mantenido desde hace mucho tiempo y que el actual Gobierno está saldando a través del Plan Nacional de Erradicación de Violencia de Género, el cual está dando pasos importantes, gracias a un coordinado trabajo interinstitucional.
Palacios concuerda con la servidora pública y sostiene que no se le puede echar la culpa al gobierno actual por un problema histórico que administraciones anteriores no han sabido enfrentar.
«No basta con crear campañas de NO al Machismo. Es necesario que el Estado, en su conjunto, coloque a este tema como prioritario dentro de su accionar», afirma Palacios.
Actualmente, el proyecto del nuevo Código Penal Integral, que se está discutiendo en la Asamblea Nacional, incluye la figura del femicidio como respuesta a la necesidad de contar con un tipo penal específico para condenar el asesinato de la mujer, por el hecho de ser mujer. De ser aprobado, en segundo debate, la ciudadanía se verá respaldada por un sistema que permitirá tanto prevenir el delito como también atenderlo y erradicarlo.
Para Mauro Cerbino, catedrático de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), las iniciativas del actual gobierno tienen relevancia; sin embargo, cree que es importante el trabajo coordinado entre distintas carteras del Estado para, primero, entender bien el problema y luego, tener nuevos enfoques que permitan crear mecanismos de solución. «Tal vez habría que crear una política prioritaria para enfrentar esta situación».
¿El alcohol y las drogas mataron a Karina?
La noche del 19 de febrero Del Pozo y sus cinco amigos, según las declaraciones que constan en el proceso judicial, ingirieron alcohol y marihuana. Dos de los implicados atribuyen el crimen a la demencia por el consumo de éstas.
Pero, ¿Es válido aducir demencia para justificar un femicidio por el consumo de estupefacientes?
Palacios y Cerbino están en desacuerdo con esto. Para el catedrático, la demencia es el camino más fácil para establecer una sanción con algo que está demasiado instalado y que no se logra transformar: las mujeres son objetos.
Mientras que, la sicóloga afirma que antes se tomaba como atenuante el que el victimario haya ingerido alcohol y drogas pero ahora en crímenes de lesa humanidad y de género el sustento de esto es un agravante: consumo la droga para poderlo hacer.
El Ministro del Interior, José Serrano Salgado, en varias entrevistas otorgadas a los diferentes medios de comunicación, ha manifestado que este crimen no quedará en la impunidad y ha sido categórico al comentar que la justicia no puede tomar como alegato la ingesta de estupefacientes para reducir la pena máxima, que merece este y otros crímenes similares.
No se debe revictimizar a una víctima de abuso sexual. La responsabilidad en una violación, es enteramente del agresor.
Para reducir la violencia de género, necesitamos primero enfrentarla como un problema socio-cultural y para esto debe aportar toda la sociedadSe busca transformar la cultura social actual en las prácticas, costumbres y actitudes que minimazan a la mujer frente al hombre.
¿Qué debemos hacer entonces para que casos así no vuelvan a suceder?
Uno de los ejes del Plan Nacional de la Erradicación de la Violencia de Género es la transformación de patrones socio-culturales. Se busca transformar la cultura social actual en las prácticas, costumbres y actitudes que minimazan a la mujer frente al hombre, que subordinan las prácticas de lo femenino frente a lo masculino y que generalmente ponen a la mujer en mayor riesgo que a los hombres.
Lo fundamental es contar con la colaboración de todos y de todas. Erradicar la violencia de género no solo es una responsabilidad de las instituciones del Estado, que están haciendo el esfuerzo por abordar esta problemática de manera institucional, sino también de la sociedad, la cual puede viabilizar la sanción estos delitos a través de la denuncia pública e insistir que se haga justicia y se sancione este tipo de conductas.
La impunidad social que existe actualmente representa un riesgo para que este tipo de delitos continúen sucediendo.
Para Cerbino no es suficiente la represión o el hecho de que la justicia actúe como debe hacerlo, «tenemos que trabajar en la prevención y en cómo articular el ámbito educativo, de salud, de las relaciones, de la comunicación, etc. Esto debe ser prioridad para el país».
¿A los medios de comunicación solo les interesa vender?
En varios medios de comunicación mucho se ha hablado sobre la muerte de Karina del Pozo. Algunos, incluso, han relatado detalles que, de alguna manera, han contribuido a afectar la imagen de la hoy occisa frente a la opinión pública.
Muy pocos medios han incluido en sus contenidos un análisis del verdadero problema que aqueja a la sociedad ecuatoriana: la violencia de género.
Punto de vista de Mauro Cerbino, catedrático de la FLACSO
El caso de Karina del Pozo no ha tenido el tratamiento adecuado en los diferentes medios de comunicación. Este femicidio ha sido llevado a la opinión pública como un caso pequeño, cincunscrito, dejando de lado lo de fondo: la violencia de género.
Es cierto que existe inseguridad en el país, pero también es cierto que los medios lo han amplificado. Pero, este caso no tiene que ver con la delincuencia común. Muchas veces se disfrazan los delitos de género como delitos de delincuencia común y ese es un problema.
Creo que este caso, como otros se manejan del mismo modo. Los medios deben renovar el tipo de tratamiento de la información de casos así. Esto ni siquiera debería ser pensado como un caso, los medios deberían dar cuenta de estos otros aspectos que hemos señalado y que están alrededor de lo que aconteció.
Deberían, también, tomar la responsabilidad de hacer un trabajo más a detalle, más fecundo para incidir en estos imaginarios tan consolidados, tan anquilosados que existen en la sociedad ecuatoriana.
Si hasta ahora no lo han hecho es porque mantienen lógicas y modos de actuación que siguen siendo iguales que hace 50 años. Probablemente, creen que el tratamiento de este tipo de cuestiones no da réditos. Tal vez, quienes están al frente del manejo de la información en los medios piensan que a los lectores, radioescuchas, televidentes la violencia de género no les importa.
Hay prejuicios, acomodamientos, en fin, hay una serie de cosas que impide que los medios empiecen a tener nuevas perspectivas, nuevas visiones y la voluntad de influir en la transformación de estos imaginarios que tan contraproducentes y negativos son para la sociedad ecuatoriana.
Foto: Julio César Hernández