Líderes de la oposición acusan a Siria de estar detrás del ataque con coche bomba que mató a Al Hasan y dicen que el primer ministro libanés, Nayib Mikati, es demasiado cercano al presidente sirio, Bashar al Assad, y a su aliado libanés Hezbolá, que es parte del actual gobierno de Beirut.
Desde el mediodía de ayer, decenas de miles de personas comenzaron a congregarse en la Plaza de los Mártires, junto a la mezquita Amin y el mausoleo de Rafic Hariri.
El ataúd del responsable de la Inteligencia, envuelto en una bandera libanesa, fue llevado en hombros por sus compañeros de las fuerzas de seguridad hasta el templo, ante la mirada de los líderes políticos libaneses que acudieron al funeral.
En un discurso durante las exequias, el exprimer ministro y jefe del grupo opositor Futuro, Fuad Siniora, pidió la dimisión de Mikati.
Nada más acabar el funeral, un grupo de jóvenes se dirigió a la sede del gobierno para irrumpir en ella y exigir la dimisión de Mikati, quien ayer dejó en el aire esta decisión.
La policía utilizó gases lacrimógenos, chorros de agua y disparos al aire para dispersar a los manifestantes, que respondieron lanzando piedras. Se registraron 15 heridos.
Los manifestantes mostraron pancartas con notas como “Mikati fuera”, “Basta ya”, “Libertad para siempre”.
Los presentes mostraron fotos de Al Hasan, Rafic Hariri y de Mikati con el lema ‘Vete’ y una en la que se veía al primer ministro junto al jefe del grupo chií Hizbulá, el jeque Hasan Nasralá, con la inscripción “Tienes sangre en las manos».
La amenaza de un contagio de la crisis siria ronda sobre este país desde hace meses, y estos temores han crecido tras el asesinato de Al Hasan.
Ayer, carreteras y rutas seguían bloqueadas en varias zonas del país por grupos de manifestantes y se registraron incidentes en Trípoli.
En tanto, las autoridades sirias culparon a Turquía del derramamiento de sangre porque ha dado refugio a rebeldes suníes, que luchan para derrocar a Al Asad.