El brutal paso del tifón 'Haiyan', considerado el más fuerte de la historia, ha causado más de 10.000 muertos en Filipinas. Una de las zonas más afectadas es la ciudad de Tacloban.
Los ejércitos se dirigen con urgencia a la isla arrasada debido a la inquietante situación de descontrol y aislamiento. Las autoridades solicitan voluntarios y piden ayuda a policías, bomberos y militares del resto del archipiélago asiático.
«Es imprescindible mantener el orden de los civiles, de lo contrario habrá más víctimas por la violencia entre los supervivientes que por el azote de la naturaleza», declara Efren Nagrama, director del aeropuerto de Tacloban.
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Los habitantes de Tacloban deambulan desesperados, hambrientos, deshidratados, heridos y con la mente pérdida. La agresividad aumenta entre los sobrevivientes y en sus instintos por conseguir comida y un lugar seguro. Los robos en los pequeños colmados, los grandes centros comerciales, los hospitales y los colegios forman parte de un paisaje desolador.
A su vez un sector de la población con una situación privilegiada frente a la extrema pobreza del país, se lamenta a través de sus redes sociales de lo poco efectivas que están resultando las ayudas del gobierno.
Por eso han decidido obrar por su cuenta, como dice Butch Carungay, empresario de Cebú y director de la remodelación del Aeropuerto Internacional de Mactan: «Si esperamos a que la burocracia decida dar algún paso, no quedará nadie con vida, ahora necesitamos actuar pues son nuestros trabajadores del norte los que dependen de nosotros y es nuestra obligación moral encargarnos». De este modo, han creado en dos días una campaña llamada 3 Villas-1 Meta. (3V1G).
El primero de los objetivos es aliviar, entregar comida, agua, curar a enfermos y ayudar en las necesidades básicas de los más desvalidos. Para ello los filipinos y extranjeros han donado arroz, comida enlatada, agua, leche en polvo, antibióticos y alimentos no perecederos.