La luz del día dejó ver los daños en el Hospital de la Policía de donde fue rescatado anoche el presidente de la República, Rafael Correa.
Puertas rotas, sillas destruidas, agujeros de impactos de bala en ventanas, paredes y espacios de trabajo, y manchas de sangre por todos lados, huellas del enfrentamiento entre los efectivos de los grupos especiales militares y los policías sublevados.
El piso de la entrada al hospital está totalmente cubierto de pequeños pedazos de vidrio, al igual que otras zonas del hospital, donde aún se percibía el olor a gas lacrimógeno.
En la mañana llegó al sitio un sacerdote ofreciendo sus oficios en medio de corredores que presentaban orificios de bala y manchas de sangre.
De su lado, el director de dicha casa de salud, César Carrión, informó que 38 personas habrían sido atendidas por traumatismo tras los enfrentamientos suscitados por la tropa policial. Señaló que tres de los afectados están con orificio de bala, de los cuales dos estarían gravemente heridas.
«Están delicados, están graves y están siendo intervenidos», expresó el galeno en declaraciones recogidas por Radio Sonorama.
El director médico junto con la prensa realizó un recorrido por el hospital para constatar los resultados de los violentos enfrentamientos, desde dónde se puede observar los impactos de bala en las ventanas de las habitaciones en las que estaban los pacientes. Muchos de ellos con dificultad lograron resguarecerse debajo de las camas.
Muchos de ellos comentaron la angustia y desesperación que sintieron durante el operativo de rescate al Jefe Estado.